La hostilidad hacia la inmigración está creciendo en la opinión pública británica con más de la mitad del electorado pidiendo un fuerte recorte de la presencia de extranjeros que quieren establecerse en Gran Bretaña. Los nuevos descubrimientos de la encuesta de British Social Attitudes sugieren que el estado de ánimo se endurecía aun antes de que la inmigración se disparara en la agenda política con el levantamiento de los controles transitorios sobre trabajadores rumanos y búlgaros. El sondeo encontró que el 77 por ciento de las personas apoyaba una reducción en los niveles inmigratorios. Eso comprendía a un 56 por ciento que quería que se recortara por “mucho”, y otro 21 por ciento que quería que se redujera un poco. Las cifras que apoyan un gran recorte aumentaron del 39 por ciento en 1995 y 40 por ciento hace una década. Sin embargo, a pesar de las afirmaciones de que el influjo de inmigrantes deprecia los salarios y aumenta el desempleo, la encuesta también dice que la proporción que creía que la inmigración era mala para la economía cayó del 52 por ciento en 2011 a 47 por ciento el año pasado. Treinta y uno por ciento dijo que la migración impulsó la economía.