EL MUNDO • SUBNOTA
› Por Marcelo Justo
Alex Salmond se incorporó a las filas del SNP en 1973, después de una virulenta discusión con su entonces novia, Debbie Horton, una londinense que cerró la pelea con un “si piensas eso, por qué no te sumas al bloody SNP”. Eso fue lo que hizo al día siguiente Salmond, según cuenta en Salmond, against the odds (Salmon, contra viento y marea) su biógrafo, David Torrans. En esos años el SNP empezaba a despuntar luego de haber sido durante las dos décadas previas un partido marginal con una agenda que muchos consideraban una extravagancia: la independencia nacional. En 1951 había obtenido el 0,3 por ciento de los votos; en 1964, un 2,4 por ciento; en 1974, sacó el 21,9 por ciento de los votos en Escocia. Salmond ingresó al Parlamento en las elecciones de 1987, que le dieron a Margaret Thatcher su tercera victoria consecutiva. En 1990 se convirtió en líder del SNP. En los 24 años siguientes Escocia obtuvo su autonomía y Parlamento y Salmond se convirtió en 2007 en ministro principal, máximo cargo ejecutivo del país. La abrumadora victoria que obtuvo en 2011 le permitió llamar a un referendo. La derrota lo ha dejado a un paso de su sueño de una Escocia independiente, pero, como reconocieron sus rivales, ha cambiado el país para siempre.
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