EL MUNDO • SUBNOTA
› Por Marcelo Justo
Las zonas más prósperas eligieron el “no”. Las más pobres se inclinaron por el “sí”. En la sofisticada capital Edimburgo, con una fuerte presencia del sector financiero y seguros, el 60 por ciento votó a favor de permanecer en el Reino Unido. En la más proletaria Glasgow, duramente golpeada por la desindustrialización del thatcherismo, el “sí” obtuvo el 53 por ciento. La victoria pudo ser mayor, pero mientras en Edimburgo la participación electoral fue en torno al promedio del 85 por ciento, en Glasgow sólo votó un 75 por ciento. Glasgow puede haber formado parte de un fenómeno no del todo analizado aún: la abstención. En algunos casos pudo deberse a una decisión de no ser parte de la polarización que dividió al país, pero en Glasgow, ciudad de larga tradición laborista, podría deberse a una solución de compromiso entre el voto por el “no” que exigía el partido y lo que les dictaba su corazón de clase trabajadora. El resultado fue igualmente contundente: el “no” se impuso en 28 de los 32 distritos electorales. El “sí” sólo lo consiguió en los distritos más pobres, sacando un 57 por ciento en Dundee, un 54 por ciento en West Dunbartonshire y un 51por ciento en North Lanaskshire. Al final, el abstencionismo laborista de Glasgow se combinó con el “sí” del sector financiero de la capital, para derrotar al voto proletario independentista.
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