EL MUNDO • SUBNOTA
› Por Darío Pignotti
Son cerca de las 18.30 del viernes. La entrevista iba a ser de 40 minutos y han transcurrido más de 70 y no hay señales de que concluya: Dilma recuerda sus tres años presa por haber enfrentado con las armas a la dictadura y hace un balance de aquella opción política. “Conversé mucho de esto con el presidente Mujica (otro ex preso político). Nosotros no nos arrepentimos de nada. Claro que es necesario entender cuáles eran las circunstancias políticas en aquellos años (fines de la década del ’60, inicios de la del ’70). Condiciones que nos llevaron a actuar como actuamos (lucha armada). Se trata de una situación que ya no existe ahora. Eso es lo primero. Lo segundo es que uno cambia, pero uno no cambia de lado. Años después uno ve que se cometieron equívocos, hay cosas que son fruto de la juventud, pero ahora no voy a ponerme en contra de lo que fui durante en mi juventud. Y nunca olvidé lo que me ocurrió. Mi vida está incuestionablemente marcada por aquello. Una vez fui a deponer en el Congreso y alguien, un senador derechista, me dijo que yo había mentido durante las sesiones de tortura. Y es bueno que lo haya hecho, porque si uno dice la verdad durante la sesión de tortura, uno entrega compañeros, a sus amigos. Yo no critico al que habló bajo la tortura. En las sesiones a uno le decían ‘si hablás, yo paro de torturarte’, y esto desata una lucha interna, uno tiene que aguantar y no hablar. Cada uno encuentra fuerzas dentro de sí, para eso hay que tener convicciones. No digo que el que aguantó es un héroe, nadie es héroe. Durante los días que pasé bajo tortura yo me engañaba a mí misma para resistir, me decía a mí misma ‘ahora ellos van a volver’ para estar preparada. Y al final ellos (los represores) volvían, me colgaban en el pau de arara, me daban un shock (de picana eléctrica). ¿Cuál es la estrategia para resistir? Primero no hay que pensar, hay que hacer casi un ejercicio de meditación sacándose todo de la cabeza y así uno no se corroe por el miedo. El miedo está dentro de nosotros. El dolor humilla, degrada. Resistir es difícil.”
–Si usted resistió aquello, ¿ahora podrá soportar tranquilamente las presiones de la derecha contra su gobierno?
–Son mucho más fáciles de soportar. No quiero decir que sean facilísimas o que sean irrelevantes. Lo difícil fue resistir aquello, y cuando uno resiste no se torna héroe, se torna gente.
–O se torna presidenta.
–Sería mejor llegar a la presidencia de la república sin tener que pasar por la tortura (riéndose).
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