EL MUNDO • SUBNOTA › EL IMPACTO DE LA FUGA EN PEñA NIETO
› Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, D. F.
No se sabe qué es mayor: el ridículo o la sospecha. La fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán provocó una oleada de memes que exhiben la incapacidad de la administración del presidente Enrique Peña Nieto, lo mismo que apuntan hacia probables complicidades gubernamentales como única explicación para un escape extraordinario. En cualquier caso, todos resaltan la capacidad del afamado narcotraficante para burlar cualquier dispositivo creado para encerrarlo.
No cualquiera se escapa dos veces de sendos penales de máxima seguridad en México (ni en cualquier otra parte del mundo).
La primera vez, El Chapo permaneció preso siete años y medio luego de ser capturado en Guatemala el 9 de julio de 1993 e internado en el Penal de Máxima Seguridad de Almoloya de Juárez, en el estado de México, del que trató de escapar en 1995. Es el mismo penal del que ahora sí logró evadirse, y al que habían cambiado el nombre para llamarlo del Altiplano.
Tras la fallida escapatoria, El Chapo fue trasladado al Penal de Máxima Seguridad de Puente Grande, Jalisco, para cumplir el resto de su condena que sumaba apenas 20 años y nueve meses por tres delitos. Ahí, el narcotraficante se hizo amo y señor del penal, convertido en su resort personal, en el que recibía mujeres, viandas y hasta músicos para sus fiestas, muy al estilo de Pablo Escobar Gaviria en la cárcel de La Catedral, en Medellín, Colombia.
El 19 de enero de 2001, un grupo de visitadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos recorrió Puente Grande como parte de una investigación por quejas en el sistema de vigilancia.
Como si fuera una señal, la pesquisa detonó la maniobra de escape.
Esa misma noche, El Chapo se escondió en el área de lavandería dentro de un carro de ropa sucia que fue trasladado por los propios custodios hasta la aduana del penal, luego al estacionamiento de funcionarios y de ahí a la calle. Otra versión dice que El Chapo se disfrazó de mujer y escapó con ayuda de los guardias. La tercera y última de las versiones que se conocieron entonces era el colmo del cinismo: El Chapo salió a pie por la puerta principal del penal de máxima seguridad, como quien sale de un hotel. Las autoridades buscaron al reo durante cuatro días dentro del mismo penal, alegando que creían que estaba escondido. Sus ropas de preso se encontraron en el cuarto de máquinas. 70 empleados del penal fueron arrestados, 60 de ellos procesados, incluyendo al entonces director del penal, condenado a 18 años de cárcel. Fue liberado nueve años después, por buena conducta. Paradójicamente, pasó más tiempo encerrado que el mismo Chapo.
La fuga de El Chapo del penal de máxima seguridad de Puente Grande ocurrió apenas 50 días después de que tomara posesión como presidente el demagogo derechista Vicente Fox, que rompió con 70 años de gobiernos del PRI en México. Esa fue la primera señal del enorme vacío de poder que se generó durante los dos mandatos consecutivos del conservador Partido Acción Nacional (PAN) que terminó con la declarada guerra contra el narco de Felipe Calderón, el sucesor de Fox, que dejó un saldo de 200 mil muertos y entregó vastas zonas del país al control directo del narcotráfico.
Pasaron 13 años y un mes para que El Chapo Guzmán fuera recapturado, apenas 25 meses después de que el PRI recuperó la presidencia de México. Apenas 17 meses después, la administración de Enrique Peña Nieto se ha quedado sin moneda de cambio.
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