EL MUNDO • SUBNOTA › EL EX MINISTRO DE FINANZAS HABLó DE LA INICIATIVA QUE VETó TSIPRAS CON SUS ALIADOS EN EL GABINETE
La propuesta del economista no era abandonar el euro. “La idea era imprimir pagarés, aplicar una reducción de los bonos griegos emitidos en 2012 al BCE y tomar control del Banco de Grecia.”
› Por Marcelo Justo
Página/12 En Gran Bretaña
Desde Londres
El Parlamento debatirá hoy en Atenas una interminable batería de leyes neoliberales que debe aprobar para que el Eurogrupo se digne iniciar negociaciones sobre un rescate que saque a Grecia de la actual asfixia económica. Muchos dedos y no solo de la derecha, apuntan al primer ministro Alexis Tsipras. ¿No había previsto que Alemania y el Banco Central Europeo (BCE) buscarían arrodillarlo con todo su considerable poder de fuego? ¿No tenía un plan B?
En realidad el plan B existía y lo vetó el mismo Tsipras con sus aliados en el gabinete. En una entrevista con el semanario británico New Statesman, Yanis Varoufakis, ministro de finanzas de Tsipras desde la asunción de Syriza en enero hasta el referendo del 7 de julio, señaló que le había advertido a sus colegas que Alemania y el BCE habían puesto en marcha una doble pinza para asfixiar a Grecia y cerrar sus bancos. “Durante un mes les dije que este era el plan para forzarnos a un acuerdo humillante. Le presenté una propuesta. Muchos de mis colegas pensaron que no iba a pasar y votaron en contra”, comentó al semanario británico Varoufakis.
La propuesta no era abandonar el euro y adoptar el dracma, políticas para las que el ex ministro de finanzas reconoce que no tenía mandato. “Mi propuesta era que si el BCE cerraba los bancos, teníamos que responder con una medida igualmente contundente. La idea era imprimir IOU (pagarés) o anunciar que lo haríamos, aplicar una reducción de los bonos griegos emitidos en 2012 al BCE y tomar control del Banco de Grecia”, señala Varoufakis.
¿Había respaldo político para hacer esto? En las encuestas la mayoría de los griegos ha manifestado antes y después del corralito su apoyo al euro y su rechazo de la austeridad, dos premisas que, en el actual concierto europeo, no parecen compatibles. Esta dualidad, que ató las manos del gobierno griego durante mucho tiempo, empezó a cambiar cuando al corralito se añadió la contundente victoria en el referendo sobre el programa de Austeridad que proponía la Eurozona.
Varoufakis volvió a plantearlo la misma noche en que los partidarios del No celebraban su victoria en la plaza Syntagma en el centro de Atenas. Hubo una votación secreta de la mesa chica gubernamental –seis miembros del gabinete– en momentos en que, más allá de la euforia política, las puertas de los bancos estaban cerradas y la economía se extinguía. El todavía ministro de Finanzas perdió 4 a 2 y renunció a la mañana siguiente para dejarle al gobierno las manos libres en la negociación que se venía con el Eurogrupo.
Varoufakis mantuvo su lealtad al gobierno en los días siguientes. En la votación parlamentaria del viernes sobre la dura propuesta de ajuste al eurogrupo de Euclid Tsakalotos, su sucesor en el puesto, Varoufakis alegó “problemas de familia” para ausentarse del recinto. El ex ministro aseguró al New Statesman que tiene una relación muy cordial tanto con Tsipras como con Tsakalotos, pero no está claro qué hará hoy durante el debate. “Consideraré la posición que presenta el gobierno y decidiré mi voto”, indicó.
La entrevista con el semanario británico ofrece una impresión de primera mano de la estructura de poder de la Eurozona. “El director de la orquesta es el ministro de finanzas de Alemania. Si en algún momento la orquesta desentona, el ministro la corrige. Solo los franceses se han atrevido a algún tono alternativo, pero muy sutilmente, usando un lenguaje muy cauteloso, para que quede en claro que no es oposición. La palabra final siempre la tiene Schäuble”, señala Varoufakis.
Esta monolítica uniformidad esterilizó toda posibilidad de diálogo. “Mi propuesta era simple. Acordemos tres o cuatro reformas necesarias como el sistema impositivo o el VAT y ustedes relajan las restricciones sobre los bancos y luego discutimos un paquete completo de reformas. Pero ellos querían el paquete completo. Y entonces empezaba el paseo. Nos pedían toda la información sobre empresas estatales. Nos llevaba tiempo buscarla, conseguirla, verificarla. Cuando la teníamos nos preguntaban qué queríamos hacer con el VAT y rechazaban nuestra propuesta sin proponer nada a cambio. Hacían lo mismo con la privatización o las pensiones. Era imposible, como un gato que quiere morderse la cola”, señaló.
Uno de los enfrentamientos que tuvo con su archienemigo Schäuble es revelador. “Me dijo: no voy a discutir el programa que aceptó el gobierno anterior porque no podemos permitir que una elección cambie todo. Si las cosas van a cambiar cada vez que hay una elección en uno de los 19 países que somos, los contratos van a perder toda validez. A lo que le contesté que entonces quizás tendríamos que dejar de tener elecciones. Hay una total falta de escrúpulo democrático”, le dijo a New Statesman.
Las cosas no han cambiado. Este martes se filtró una nueva evaluación del FMI que dice que Grecia necesita un urgente alivio de la deuda que “va mucho más allá de los planes que ha presentado la Unión Europea”. El FMI calcula que muy pronto la deuda será equivalente a un 200 por ciento de un PBI que se está achicando día a día. El documento es contundente. Igualmente lapidario sobre el funcionamiento interno de la Eurozona fue la declaración de un funcionario del eurogrupo de que esta evaluación fue silenciada en la cumbre del fin de semana. Debía haber cosas más importantes que debatir.
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