EL MUNDO • SUBNOTA › ULTIMA JORNADA DEL HISTóRICO VIAJE DEL PAPA FRANCISCO A CUBA
La misa fue en el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, algo parecido a la argentina Virgen de Luján. No hubo mensajes de despedida en el aeropuerto, sólo saludos y apretones de manos y una charla amena entre Raúl y el Papa.
› Por Fernando Cibeira
Página/12 En Cuba
Desde Santiago de Cuba
La amena conversación que el papa Francisco y el presidente Raúl Castro mantuvieron camino a la escalerilla del avión fue una demostración de que el primer tramo de esta significativa gira papal se cumplió según lo previsto. Francisco encabezó ayer dos celebraciones religiosas en Santiago de Cuba y desde su aeropuerto partió hacia Washington, donde hoy se reunirá en la Casa Blanca con el presidente Barack Obama, sellando de manera simbólica la reanudación de relaciones entre ambos países, en la que ofició de mediador. A propósito, salvo a su llegada, Francisco no volvió a hacer mención a esa labor, aunque en sus mensajes sí siempre estuvo presente la cuestión de la “reconciliación”. “Queremos ser una Iglesia que salga de la casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación”, insistió durante su homilía de ayer.
No hubo mensajes de despedida en el aeropuerto, sólo saludos y apretones de manos entre las comitivas. Francisco, como le gusta, caminó con su fatigado portafolio negro en mano, que se veía bastante lleno de cosas. Entre las cosas que se llevó, aseguró en el mensaje final, estuvo el cariño de los cubanos que lo hicieron sentir “como en casa”. Curiosamente, la misma expresión utilizó la presidenta Cristina Kirchner el domingo pasado, cuando partió después de presenciar la misa en la Plaza de la Revolución. El recurso, aunque repetido, a Francisco le resulta infalible. “Si me permiten, les voy a dar la bendición, pero ustedes van a tener que pagar. Quiero que recen por mí”, les dijo a los cubanos, que lo ovacionaron.
La misa fue en el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, algo parecido a la argentina Virgen de Luján. La Virgen de la Caridad es una imagen de madera de unos 30 centímetros que se recogió del mar en el siglo XVII, el santuario en la localidad del Cobre se encuentra a 20 kilómetros de Santiago de Cuba. Hasta allí fue la gente para seguir la celebración que, como todas aquí, fue temprano para sobrellevar la temperatura. “Nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre projimidad y compasión”, dijo Francisco en su homilía.
Siempre a bordo del papamóvil, y al rayo del sol inclemente, el Papa hizo el recorrido rutero hasta Santiago de Cuba. Rodeada por la Sierra Maestra, la ciudad es conocida como “la heroica” porque fue cuna de todas las rebeliones. La de los aborígenes contra los conquistadores, la de los esclavos africanos contra sus dueños, la de los campesinos contra sus explotadores y la de los revolucionarios de Fidel, cuando tomaron el 26 de julio de 1953 el cuartel Moncada, el principio del fin de la dictadura de Fulgencio Batista. Santiago cumplió 500 años en 2014, por lo que la Catedral que recibió ayer a Francisco había sido puesta a nuevo. El edificio esta fechado en 1522, pero en realidad es la cuarta iglesia que se levanta allí. Las anteriores fueron tumbadas por terremotos.
Apenas amanecía y la plaza Céspedes, frente a la Catedral, ya comenzaba a llenarse. Fue un evento para católicos practicantes. Debía sortearse un primer vallado y luego, para conseguir una de las sillas dispuestas en la plaza, había que tener invitación, carnet de identidad y estar en el listado. Si alguna de las tres instancias faltaba, se pasaba a formar parte de los indignados que se agrupaban sobre la vereda. “Me está diciendo que me quede aquí hasta que termine, y eso no está bien”, decía al borde de las lágrimas Darine, bochada en la instancia del listado. “Esto nunca fue así, con los otros papas se hacía en la plaza central y ahí hay más espacio”, explicaba una señora que había llegado con uno de los grupos católicos, vestidos con las remeras blancas de la Universidad Católica de Murcia. En la esquina proveían del abanico con la imagen del Papa en el frente y el reverso con una oración dedicada a él. Muchos se habían vestido elegantemente, como para ir a misa. El centro de Santiago, de arquitectura colonial, es encantador. Desde la vereda que daba al elegante y ligeramente decadente hotel Casa Granda tampoco se estaba tan mal. Se trataba de esperar de pie un par de horas hasta que hiciera su aparición el papamóvil. Los católicos con hijos pequeños pudieron acceder al interior de la Catedral porque se trataba de un “encuentro con las familias cubanas”.
A eso de las 11 llegó Francisco, que antes de entrar en la Catedral dio la vuelta olímpica a la plaza. “Esto es la frutilla de la torta”, dijo el Papa al empezar a hablar, luego de haber posado para varias fotos con chicos. En esa última actividad se lo veía contento. “Sin la familia, sin el calor del hogar, la vida se vuelve vacía”, aleccionó Francisco. “Las familias no son un problema, son una oportunidad”, agregó más adelante.
Un sacerdote cubano leyó un mensaje en el que le pedía que Francisco rezara “por la familia cubana que vive fuera de la patria”. Una de las preocupaciones de un sector de la sociedad cubana, deslizada en varias de las intervenciones de religiosos y laicos durante los encuentros con Francisco, fueron las dificultades para mantener el vínculo con quienes están en el exterior, básicamente Miami, los más enconados opositores al gobierno. “Debemos darnos un abrazo fraterno en Cristo, la caridad nos une”, sostuvo el sacerdote. Su intervención fue aplaudida por la gente que seguía la ceremonia desde la plaza a través de pantallas gigantes.
Francisco salió a la terraza de la Catedral para dirigirse a la gente que lo esperaba desde temprano en la plaza. “Son ustedes amables, bondadosos”, les dijo en la despedida. Como acostumbra, habló de los ancianos y de los jóvenes. “Un pueblo que cuida a sus abuelos, a sus niños y a sus jóvenes tiene el triunfo asegurado”, indicó.
Fueron tres días en Cuba, tres ciudades diferentes, y a agenda completa. Raúl Castro presenció las tres misas que ofreció Francisco, además del encuentro de una hora que mantuvieron en el Palacio de la Revolución. Cuando se reencontraron en el aeropuerto, a los dos se los veía contentos, más relajados. Todo había transcurrido con normalidad. Los momentos más intensos ocurrieron el primer día en La Habana, con la multitudinaria misa en la Plaza de la Revolución (donde supuestamente se detuvo a dos disidentes que se acercaron a hablarle, pero fue un episodio que pasó inadvertido para la multitud), el encuentro con Fidel Castro, la reunión con religiosos en la Catedral habanera y el posterior con los jóvenes. En estos dos últimos se sobrevolaron los temas más urticantes para los cubanos. La pobreza, la aceptación de los que piensan diferente, las dificultades para conseguir la “reconciliación”.
Pese a la insistencia de un sector de la prensa internacional, no hubo críticas del Papa para el gobierno de Cuba. Más bien lo contrario. Se notó que Francisco y Raúl Castro se llevan muy bien. Como en la charla que mantuvieron en la escalerilla del avión. Antes de ingresar a la cabina, el Papa se despidió llevándose la mano al corazón.
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