EL MUNDO
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La sangría de Irak
Por Angeles Espinosa*
Desde Bagdad
Un nuevo ataque suicida se cobró ayer cinco vidas en Kirkuk, la capital petrolera del norte del país, a 250 kilómetros de Bagdad. Cuarenta personas resultaron heridas. El atentado, dirigido contra las oficinas de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), se produjo a las diez y media de la mañana, justo a la misma hora de los ataques de Estambul.
En el atentado de Kirkuk murieron la directora de una escuela cercana y dos alumnos, además de una cuarta persona y el posible suicida. Además de romper numerosos cristales del centro escolar, el explosivo derribó un muro exterior de la sede de la UPK. “Todo apunta a que se ha tratado de un atentado suicida porque tenemos un cuerpo sin identificar que podría ser el del conductor”, declaró el alcalde de Kirkuk, Abdulrahmán Mustafa.
Uno de los guardias de seguridad de las oficinas de la UPK dijo haber visto una furgoneta en movimiento, pero no estaba seguro de que el conductor siguiera dentro en el momento de la explosión. La UPK, uno de los principales partidos kurdos, había reforzado su seguridad tras recibir informes de que podía ser “objetivo de los terroristas”.
“Pensamos que detrás del ataque están grupos terroristas islámicos y remanentes del régimen de Saddam”, declaró un portavoz de la UPK, Yalal Yohar, “porque se están coordinando”. Anoche nadie había reclamado la responsabilidad del atentado, aunque el día anterior el Partido Baaz publicó un comunicado en la edición electrónica del diario árabe Al Hayat en el que anunciaba que la resistencia armada va a continuar a pesar de los planes de Estados Unidos para acelerar la transferencia de poder a los iraquíes. “Quienes ocupan Irak, aunque sea a través de fuerzas multinacionales o bajo cualquier otra fórmula, serán tratados como ocupantes que constituyen objetivos legítimos de los resistentes”, aseguraba el texto en una clara referencia a las tropas no estadounidenses de la fuerza angloamericana y a los iraquíes que participan en los órganos de seguridad y nuevas instituciones políticas del país.
Un iraquí visto como colaboracionista por los insurgentes fue el objeto de un atentado de anteanoche en Ramadi, el jeque Amer Alí al Suleimán. Este líder local de la tribu de los Al Duleimi, una de las más importantes tribus suníes de Irak, es partidario de cooperar con Washington y participa en el consejo municipal nombrado tras la ocupación. Por la mañana, fue asesinado otro responsable tribal, el jeque Mahmud Yarbu, y el hijo de un responsable local de la policía, Yadán al Alaui, resultó herido grave por una granada lanzada contra el domicilio familiar. El descenso de los ataques en esa ciudad, uno de los vértices del triángulo sunnita, había llevado al general Charles Swannack, responsable de la provincia, a anunciar la transferencia de la seguridad a la policía iraquí antes de fin de año.
Las agresiones no se limitan al norte y el oeste de Bagdad. Dos niños resultaron muertos y varios heridos al estallar una bomba en una escuela de Kerbala, a 80 kilómetros de la capital iraquí. En esta ciudad, antes del amanecer, dos hombres armados tirotearon la sede provisional de la Embajada de Jordania (destruida por un atentado el pasado 7 de agosto) y mataron a uno de los policías que la vigilaban.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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