EL MUNDO • SUBNOTA
Impulsadas por los temores a una mayor regulación, las ventas de armas han prosperado en Estados Unidos durante el gobierno de Barack Obama tras mortales tiroteos, aunque el mercado ha captado pocos nuevos clientes. Después de la masacre de Orlando, los inversores apostaron a una mejora en las ventas. Las acciones de dos de los principales fabricantes –Smith & Wesson y Sturm Ruger– subieron 6,9 y 8,5 por ciento, respectivamente. Lo mismo ha ocurrido una y otra vez en los últimos años. Las listas del FBI de las diez semanas con más pedidos de certificados de antecedentes revelan claramente el efecto estimulante que producen los tiroteos. Los dos máximos picos registrados por el FBI se produjeron tras la matanza en la escuela primaria de Newtown, Connecticut, en 2012, que dejó 26 muertos, y la ocurrida en diciembre último en San Bernardino, California, con saldo de 14 fallecidos. Pese al importante crecimiento y a su impacto en los medios, la industria de las armas de fuego representa una fracción de los 5,2 billones de dólares en ventas minoristas anuales en Estados Unidos. Y enfrenta una amenaza más peligrosa que una mayor regulación: la demografía. “Existe un profundo temor tanto en los fabricantes como en la comunidad que defiende el derecho a adquirir armas: su base de apoyo, la población masculina blanca de mediana edad, está disminuyendo’’, dijo Robert Spitzer, autor de varios libros sobre el control de armas. “Hay menos interés en poseer armas que hace unas pocas décadas’’, dijo. En 2010, los blancos estadounidenses representaban el 72,4 por ciento de la población del país, cuando en 1950 eran el 89,5. Resultado: menos de una tercera parte de los hogares informaron poseer al menos un arma en 2014, comparado con casi el 50 por ciento en 1980, según un informe de la Universidad de Chicago. El número de armas de fuego que circulan en Estados Unidos entre 270 millones y 310 millones: suficiente para darle una a prácticamente cada habitante del país. Pero se debe a que las mismas personas adquieren más, y no tanto a un aumento de nuevos compradores. Esto no ha escapado a los fabricantes. “Al reconocer que el ‘tradicional’ mercado de ‘hombres blancos pudientes que salen de cacería’ está limitado, la industria hace marketing y estudia en forma muy activa a los hispanos, las mujeres y los jóvenes’’, dijo Jurgen Brauer, profesor de economía en la Universidad de Augusta y con experiencia en el tema.
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