EL MUNDO
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El noviazgo que no prosperó con Dean
Por José Manuel Calvo *
Desde Washington
“Dated Dean. Married Kerry.” En este lema se condensa lo ocurrido en el proceso de selección del candidato demócrata que se enfrentará al presidente Bush en noviembre. En estas cuatro palabras, que circulan en pegatinas y chapas, se resume la caída de uno y el ascenso del otro, un movimiento que las primarias de ayer parecían destinadas a confirmar. Además, un nuevo sondeo indica que Kerry ganaría a Bush, 53 por ciento contra 46 por ciento, si las elecciones fueran ya.
La incierta economía e Irak dañan la credibilidad del presidente. Pero el que se beneficia no es Dean, sino Kerry, que ya se atreve ya a hacer predicciones: “Bush hijo, como su padre: ¡un solo mandato!”. Dean fue el timbre de alarma que despertó a los demócratas en 2003, cuando el eco del 11-S y el estruendo de la guerra los atenazaban. Irrumpió en la dirección afirmando que era “el representante del ala demócrata del Partido Demócrata” y los increpó “por no levantarse contra Bush y la guerra unilateral”. Luego llamó “cucarachas de Washington” a Edwards y a Kerry. Su retórica inflamó: Dean era imparable. Su jefe de campaña, Joe Trippi –recién despedido–, le montó una impresionante red de voluntarios y de pequeñas donaciones a través de Internet. Pero el dinero se derrochó, igual que el entusiasmo. ¿Por qué todo se vino abajo? Porque los demócratas, ya despiertos y unidos en una intensa pasión –echar a Bush de la Casa Blanca– pasaron de soñarlo a creer que es posible. Y en algún momento entre la detención de Saddam Hussein, el 13 de diciembre, y Iowa, el 19 de enero, empezaron a pensar que Dean no era suficientemente serio como para “casarse” con él. Después vino “el grito de Iowa” y los medios, que se habían enamorado del médico y lo habían encumbrado, se ensañaron; e Internet, su arma secreta, se convirtió en su tumba: “I have a scream” (Tengo un grito), parafraseando al histórico “I have a dream” (Tengo un sueño) de Martin Luther King, se convirtió en el éxito de la semana.
Jeanette Leehr, fundadora de Harmoni-America, una ONG de ayuda al desarrollo, inventó en septiembre el lema “Salí con Dean, me casé con Kerry”: “Cuando Dean empezó a atraer la atención, intenté averiguar por qué era tan atractivo”, dice. “Y llegué a la conclusión de que a la gente le encantaba lo fogoso de su mensaje. Era decidido, impetuoso, hablaba de forma sencilla sobre temas fáciles: contra la guerra, contra Washington, contra Bush... Pero, después de “vivir” con Dean en los medios y conocer más cosas de su historial, me pareció que no tenía la experiencia, el juicio y el porte de un presidente. Fascinar a alguna gente es una cosa; afrontar el desafío de cuatro años en la Casa Blanca, otra”.
Jeanette Leehr pensó que Kerry, “mayor y con más experiencia, aborda asuntos complicados sin respuestas viscerales; su mensaje es: ‘pongámonos serios, porque tenemos problemas graves’. Un mensaje menos atractivo, pero una opción realista”.
Lo demás fue rápido: “Un día, la frase me vino a la cabeza. Es un poco tonta, pero eficaz, y pensé que podría ser útil para que la gente mirara más de cerca a Kerry antes de tomar una decisión importante”. En el matrimonio, explica Leehr, “se intenta elegir a alguien que aguante lo bueno y lo malo”. Kerry se ajusta a esa imagen, según ella, mientras que Dean “es una estrella brillante, pero es inconstante, irreverente, cambiante: no creo que pase la prueba del largo plazo, aunque hay que darle las gracias por haber movilizado a los demócratas de forma tan creativa”. A pesar de los reveses, la pasión no se ha apagado del todo, a juzgar por testimonios en internet como el de Omar –“¡Hey, yo salí con todos los candidatos y me casé con Dean!”– o Christina –“Sería más exacto decir ‘Salí con Dean y me conformé con Kerry’”–. Pero el realismo arrasa. Esto es lo que escribe Leah Duran, de la Universidad de Brown: “Estuve a punto de alistarme como voluntaria de Dean, compartía sus ideas, su pasión, pero empecé a oír a amigos demócratas inquietos con él y a republicanos deseando que ganara las primarias. Luego vi en los sondeos que en una supuesta elección con Bush, éste le ganaba de una. Así que lo pensé y me hice voluntaria de Kerry. Cuanto más lo pienso, más creo que es la decisión adecuada”.
¿Por qué Dean no se dio cuenta de todo esto? E. J. Dionne lo resume bien en The Washington Post: “El buen doctor respondió (a las necesidades del partido) y se fue hacia arriba. Con lo que no contó es con que los candidatos demócratas son especies que aprenden y que cambian. Igual ocurre con los votantes. Satisfechos de que todos los candidatos estuvieran por fin enojados con Bush, los demócratas han empezado a buscar a alguien que le pueda ganar. Y ahí es donde Dean falló: mientras el mundo giraba a su alrededor, él creía que seguíamos en el año pasado”.
Aún quedan muchas primarias: ahora que Kerry es el favorito, los medios le someten al mismo escrutinio que a Dean y podría cometer errores. Pero la marea está a su favor, y también la historia: el candidato que ha ganado en Iowa y New Hampshire siempre ha conseguido la nominación. Dentro de muy poco se sabrá si Kerry es la regla o la excepción. Y si Dean va a quedarse definitivamente sin novia.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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