Lun 15.03.2004

EL MUNDO • SUBNOTA  › OPINION

Rebote de la cruzada en Irak

por Robert Fisk *

Habían sido advertidos. Los aliados de los Aznar y los Blair y los Bush habían sido advertidos por aquellos que fueron sus aliados Francia y Alemania y muchos otros, sin mencionar a los árabes– de que su cruzada contra Al-Qaida podría rebotar contra ellos. Los atentados en Madrid no sólo son una terrible venganza por la participación de España en la “Parte Dos” de la “guerra contra el terror” –la invasión ilegal de Irak– sino un cruel y cada vez más doloroso ataque de Al-Qaida contra civiles.
Si los neoconservadores de Estados Unidos creen en la “guerra de las civilizaciones”, entonces también lo cree Al-Qaida: ¿qué otro efecto podría tener en Occidente la masacre de Madrid que volver a enfatizar la noción –históricamente absurda, de todos modos– de que el Islam y Occidente están en conflicto? Los civiles van a morir en Europa tan brutalmente como en Bali, Túnez y Estambul, igual que –por un momento, déjennos ver el mundo con otro prisma– cuando fueron destrozados por nuestras bombas en Afganistán e Irak.
Fuentes cercanas a la organización de Osama bin Laden están sorprendidas por el extraño mensaje, supuestamente de los atacantes, que fue publicado por el diario árabe Al Quds Al Arabi. Sugería que la respuesta inicial a la participación de España en Irak fue el ataque contra las tropas italianas en Kerbala. Si el mensaje hubiera sido real, seguramente se hubiera referido al asesinato de siete agentes de inteligencia españoles cerca de Hilla. El uso de una declaración pública para ordenar a sus propias “células” que cometan más atentados no muestra la desesperada discreción que Al-Qaida utiliza normalmente en sus comunicados.
Pero los arrestos en España, los llamados por celulares, la abrupta escalada de los ataques en los trenes, muestran un Al-Qaida más seguro y despiadado que nunca. Y resuelto a atacar en Europa. Si el pie derecho cayó en Estambul y el izquierdo en Madrid, ¿dónde, geográficamente, caerá el próximo? Podemos sacar un atlas y una regla, y averiguarlo nosotros mismos.
No creo que ésta sea la tercera guerra mundial. Ni que sea una “guerra contra el terror”. Ni una “guerra de las civilizaciones”. Pero nuestros líderes ahora nos están llevando a un período de pasmoso sufrimiento porque no apuntan a las causas de la verdadera injusticia en el mundo islámico. Sistemáticamente, a ellos les hablaron de las consecuencias de involucrarse en la locura de Irak. Nos mintieron. Nos mintieron sobre las armas de destrucción masiva que jamás existieron, sobre los vínculos entre Irak y el 11 de septiembre, que tampoco existieron. Ahora, atrapados en Irak, estamos desesperados por escapar, dejando detrás una fuerza policial colaboracionista sin entrenamiento que, supuestamente, derramará su sangre por la nuestra.
No, los asesinos son los hombres que ponen las bombas. Los asesinos son aquellos que matan –y eso incluye tanto a nuestros pilotos como a sus terroristas–. No, no queremos matar civiles. Pero sabemos que nuestras guerras hicieron y harán esto. Y la muerte no llega con más placer, con menos dolor, porque las víctimas hayan muerto a manos del benevolente Occidente en vez del supuesto Oriente cruel.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: M.B.

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