Dom 09.05.2004

EL MUNDO • SUBNOTA  › NOAM CHOMSKY

Obligaciones y derechos

Los ejércitos de ocupación tienen obligaciones pero no derechos. Su primera responsabilidad es retirarse lo más rápido posible de la manera que determine la población ocupada. Se entiende entonces que las órdenes del procónsul Bremer son ilegítimas y deben ser rescindidas, incluyendo las que ponen la economía efectivamente en manos de bancos occidentales —mayoritariamente de EE.UU.– e imponen un impuesto general del 15 por ciento, lo que es injusto e impide un gasto social y de reconstrucción desesperadamente necesario. Sin soberanía económica, las perspectivas de un desarrollo sano son escasas y la independencia política es casi una formalidad.
También se deduce que Washington debería terminar sus maquinaciones para asegurarse una presencia militar de largo plazo y controlar las fuerzas de seguridad iraquíes, lo que choca con la voluntad del pueblo iraquí, que de acuerdo con encuestas norteamericanas quiere que los iraquíes controlen la seguridad y no tienen el menor apoyo por los ocupantes o el gobierno que nombraron. Transferir una auténtica soberanía a los iraquíes, aun con reluctancia, dejaría sin justificación la planeada misión diplomática en Bagdad, aparentemente la mayor del mundo.
Estos pasos implican abandonar los planes de establecer la primera presencia militar segura en un estado-cliente en el centro de las mayores reservas de energía del mundo. Por sesenta años, lograr esta palanca poderosa para controlar el mundo fue un objetivo de los intereses norteamericanos y la razón primera de esta guerra, aunque algunos en Occidente crean que fue para establecer una democracia (uno por ciento) y ayudar a los iraquíes (cinco por ciento).
Una amplia mayoría de los norteamericanos piensa que debería ser la ONU y no EE.UU. quien trabaje con los iraquíes para transferirles una real soberanía, reconstruir el país y garantizar el orden cívico. Es un camino sensato si los iraquíes lo aceptan, como parece que lo harían, aunque la Asamblea General sería mejor que el Consejo de Seguridad. Lo mínimo que requiere la honestidad es que los responsables de destruir la sociedad iraquí con sanciones crueles, acciones militares y el apoyo a las peores atrocidades de Saddam Hussein ahora paguen reparaciones. Y no sólo ayuda económica.

* Lingüista y escritor, sus últimos libros son A New Generation Draws the Line y New Horizons in the Study of Language and Mind.

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