EL MUNDO
• SUBNOTA › SAGRADA PARA LAS TRES RELIGIONES MONOTEISTAS
Qué es Belén para cada uno
Por A. E.
Desde Jerusalén
La tumba de Raquel y la gruta donde la tradición sitúa el nacimiento de Jesucristo han convertido Belén (literalmente casa del pan en hebreo) en una ciudad sagrada para las tres grandes religiones monoteístas. Pero la presencia de iglesias cristianas supera sin duda la de templos islámicos o judíos.
Todas las ramas del cristianismo están representadas en Belén. Católicos, griegos ortodoxos, armenios, coptos, anglicanos, presbiterianos, luteranos, baptistas, siriacos, grecocatólicos, etíopes, todos han querido tener una capilla cerca de la basílica de la Natividad. La gruta que allí se venera fue descubierta dos siglos después del nacimiento de Jesús, pero no se levantó una iglesia hasta el año 338.
Fue decisión de Elena, la madre del emperador Constantino, una mujer muy devota que llegaría a ser santificada. El lugar se convirtió desde entonces en un centro de peregrinación y la explanada que se extiende enfrente, la plaza de Manger (llamada por todos de la Natividad), en el corazón de una de las ciudades más visitadas de Palestina, después Jerusalén.
A una decena de kilómetros al suroeste de la Ciudad Santa, Belén es la capital de un distrito autónomo que incluye también las vecinas localidades de Beit Yala, Beit Sahur y Al Jader. En total, algo más de 100.000 personas, incluidos los 15.000 habitantes de varios campamentos de refugiados.
Un puñado de alminares compiten intercalados entre los campanarios, pero los vecinos aseguran que ambas comunidades conviven en armonía. Aunque inicialmente la mayoría de los habitantes de Belén eran cristianos, hoy los musulmanes los superan, en parte por la llegada de refugiados, en parte por la emigración. Muchos cristianos han emigrado en busca de trabajo desde finales del siglo XIX.
Pasó a control total palestino (zona A) en diciembre de 1995. Sin embargo, Israel dejó bajo su supervisión la zona al norte de la ciudad donde se halla la tumba de Raquel, mujer de Jacob, nieto de Abraham. El lugar es venerado tanto por los judíos como por los musulmanes y ha sido escenario de frecuentes enfrentamientos entre ambas comunidades. Hoy permanece fuertemente custodiado por soldados israelíes que incluso antes de la actual incursión impedían el acceso al mausoleo.
Los judíos trazan el origen del primer asentamiento en estas colinas del desierto de Judea al Efrat del Génesis. De hecho, ése es el nombre que han dado a una colonia cercana.
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