EL MUNDO
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La delgada línea roja
Por D. P.
Desde San Pablo
“El macartismo está pegando duro de los dos lados de la frontera de Brasil y Uruguay.” En tono campero, desde Santana do Livramento, Glauber Lima pinta el clima político en el sur brasileño a metros de Rivera, norte uruguayo. Desde ese lugar del mundo, equidistante de Porto Alegre y Montevideo, el concejal del Partido de los Trabajadores (PT) vive la agitación que precede a los comicios que consagrarán al intendente de la capital de Rio Grande do Sul y de otras 43 grandes ciudades brasileñas el domingo. Ese día los uruguayos elegirán a su presidente: las encuestas pronostican la derrota del PT gaúcho y la victoria del Frente Amplio (FA) en Uruguay. Los petistas cuestionan los sondeos del diario Zero Hora, enemigo jurado del partido, y confían en revertir la desventaja de 13 puntos. “Ya les hemos ganado a las encuestas en otras elecciones” recuerda Glauber Lima.
La afinidad entre Rio Grande do Sul y Uruguay, ligados por 985 kilómetros de frontera, es una marca de esta región singularmente politizada. En aspectos como el alto índice de participación, el PT “gaúcho” (95.000 afiliados) se asemeja más al FA uruguayo (207.000 afiliados), que a los PT de Bahía o Río de Janeiro. “Miles de compañeros trabajaron en las campañas del FA y muchos frenteamplistas nos apoyaron aquí”, recuerda el petista Glauber Lima. Los paralelos no terminan allí: para Lima, “las derechas de Rio Grande do Sul y Uruguay son dos caras de la misma moneda y nos están atacando con golpes bajos. En Montevideo, los colorados (partido gobernante) dicen que ganando el FA puede volver el terrorismo, en Porto Alegre siembran calumnias contra el Foro Social Mundial (FSM)”.
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