EL MUNDO
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Los flancos de la corona
En los últimos 18 meses, unas 170 personas han muerto víctimas de ataques terroristas en Arabia Saudita. Entre los fallecidos hay extranjeros y nacionales, pero son los primeros el blanco principal de los islamistas vinculados con Al Qaida. El otro gran objetivo de los terroristas son las instalaciones petroleras. Además, buena parte del buen funcionamiento de la industria petrolera saudita, la mayor del mundo, recae sobre trabajadores extranjeros. En mayo pasado, el terrorismo dio su más sonado golpe contra la terminal de Yanbu, el principal puerto petrolífero sobre el mar Rojo, desde el que parte el oleoducto que cruza el reino saudí de este a oeste, hasta desembocar en las terminales de Al Jaima y Ras (cabo) Tanura, el mayor puerto petrolero del mundo, desde donde salen entre 4 y 5 millones de barriles diarios. Un segundo atentado, casi simultáneo, se produjo en Ras Tanura. Aunque el de ayer no afectó a la industria petrolera, el hecho de que cinco terroristas hayan podido penetrar un consulado estadounidense fortificado ha puesto los pelos de punta a los intermediarios petroleros. El ataque reavivó la preocupación de que otros nuevos puedan llegar a interrumpir el suministro de crudo a los mercados desde el principal productor del mundo. El mercado petrolero sabe que Arabia Saudita es irreemplazable como primer proveedor de crudo del mundo a corto y medio plazo. Los otros grandes productores de la OPEP, sus vecinos de Irán, Irak, Emiratos Arabes Unidos y Kuwait, a los que se añaden Venezuela y Nigeria, pueden llegar a tener entre todos la mitad de las reservas que tienen los sauditas, unos 260 mil millones de barriles.
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