En los últimos días habían sido perceptibles las dificultades del Papa para hablar y respirar. Resultaba difícil, sin embargo, formarse una opinión sobre el significado de esos síntomas. Hay ocasiones en que el Parkinson impide a Karol Wojtyla articular las palabras, sin que ello le nuble la mente o le impida trabajar –además su físico soporta las consecuencias del atentado de 1981–. Cuando se encuentra realmente mal, el Papa solamente habla en polaco. En las situaciones de crisis, por tanto, sólo su secretario, Stanislas Dziwisz, y las personas de su entorno más cercano, todos polacos, pueden comunicarse con él. En los próximos días, la influencia del clan polaco volverá a ser el centro de los discretos debates internos del Vaticano, donde una parte de la jerarquía considera disfuncional la situación. Entre quienes se sienten inquietos por la intermediación del clan entre el Papa y la cadena jerárquica figuran, según fuentes confiables, el cardenal Sodano y el cardenal Ratzinger, cabezas respectivamente de los órganos ejecutivos (Secretaría de Estado) e ideológico (Congregación para la Doctrina de la Fe) de la Santa Sede.