Mar 31.05.2005

EL MUNDO • SUBNOTA  › INCERTIDUMBRE CON LA
RATIFICACION DEL TEXTO EUROPEO

Lo que queda para el Tratado

Por E. F.
Desde París

El rechazo del Tratado Constitucional europeo es un rudo golpe pare el ex jefe de Estado francés Valéry Giscard d’Estaing. Fue Giscard quien presidió la Convención europea encargada precisamente de elaborar el Tratado y ello le valió el apodo de “Padre de la Constitución europea”. El “no” francés borra sus ambiciones y deja dos interrogantes abiertos en toda Europa: cuáles son los capítulos del Tratado que pueden volver a negociarse para tornarlo aceptable a ojos del electorado francés: ¿que pasará ahora en los demás países que, como Holanda mañana, deben también pasar por un referéndum?
De los 25 países de la Unión Europea, 9 aprobaron el texto, uno lo rechazó y 15 deben ratificarlo. De esos 9 Estados, uno aprobó el Tratado mediante un referéndum, España, mientras que los otros lo hicieron por vía parlamentaria: Lituania, Hungría, Eslovenia, Italia, Grecia, Eslovaquia, Austria y Alemania. De los Estados restantes, Holanda, Polonia, Luxemburgo, Dinamarca, Gran Bretaña, República Checa, Portugal e Irlanda, someterán el Tratado a las urnas, y los demás a los Parlamentos: Bélgica, Letonia, Estonia, Chipre, Malta, Suecia y Finlandia.
Los analistas consideran que los países del Este que se incorporaron a la Unión el año pasado y los del sur de Europa no representan mucho peligro. En cambio, electorados como los de Dinamarca, Gran Bretaña u Holanda corren el riesgo de mostrarse reacios. Seguramente, los intentos de renegociación que emprenda Francia influirán en el comportamiento de las urnas en esos países. La tarea es compleja. Desde el punto de vista estrictamente constitucional, los diplomáticos coinciden al excluir toda idea de una renegociación “exclusiva para Francia” así como la aplicación del Tratado por “tramos”, es decir, según las partes que convienen a París. Nadie sabe tampoco muy bien qué párrafos del Tratado podría negociar París. El “mensaje” del electorado francés es claro para el poder pero no lo es tanto de cara a la Constitución. Si el voto rechaza una “filosofía” general pero no un párrafo particular.
Los estudios de opinión aportarán seguramente datos provechosos, pero nada indica que el Tratado pueda “corregirse como un menú a pedido de Francia”, según reconocía un diplomático europeo. Todo está en manos de la acción política local. En 1992 y 2001, Dinamarca e Irlanda habían rechazado respectivamente los tratados de Maastricht y de Niza para aprobarlos más tarde luego de algunos retoques de la acción política local. En todo caso, para Marco Incerti, investigador en el Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS), “el no francés es el primer clavo en el ataúd del Tratado”.

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