Sáb 30.07.2005

EL MUNDO • SUBNOTA  › OPINION

La suerte del poder

› Por Claudio Uriarte

Quedará para los investigadores determinar si la cosecha de éxitos sucesivos por Tony Blair en estos meses se debe a pura suerte o a un buen calibrado liderazgo (o bien a una combinación de ambos), pero, para el hombre que, después de perder unas 100 bancas de su previa mayoría de 150 en el Parlamento en las elecciones generales de abril último, la mayoría de los analistas daba como un muerto político, puede decirse que ha protagonizado un espectacular relanzamiento, para decir lo mínimo.
Primero vinieron los “noes” en los referendos de Francia y Holanda a la Constitución Europea, que aliviaron al primer ministro del compromiso de mantener un referéndum políticamente peligroso el año próximo. Después vino la pelea con Francia y Alemania por los subsidios europeos a la agricultura francesa, que le permitió defender a capa y espada el llamado “cheque británico” que Londres recibe a cambio y asumir la presidencia rotativa de la Unión Europea, haciendo bloque con los países del este y el norte de Europa en pos de su heterodoxa fórmula de flexibilidad laboral con redes de reinserción social –lo que, en el caso británico, le ha valido un desempleo inferior al cinco por ciento, contra las cifras de doble dígito que se manejan en Francia y Alemania–. Jacques Chirac, el presidente francés, es quien parece más muerto político ahora, y Gerhard Schroeder, el canciller alemán, parece posicionado para perder las elecciones de septiembre a manos de la derecha de Angela Merkel.
Entonces a Blair le llegaron los atentados contra Londres, que le permitieron lucirse en el rol que más le gusta: el de imperturbable líder de guerra, firme en su propósito, calmo en su ejercicio del mando. Anteayer, el Ejército Republicano Irlandés (IRA) anunció su desarme en Irlanda del Norte, poniendo fin a un conflicto de 35 años. Y ayer, cuando apenas habían pasado ocho días desde la segunda ola de ataques contra los transportes, Scotland Yard se repuso espectacularmente de su catastrófico asesinato de un brasileño inocente por sospechas infundadas, y completó la captura de la célula terrorista que había atacado el 21 de julio.
Por eso, Gordon Brown, el ministro de Economía, parece destinado a ser el primer ministro del futuro... y a seguirlo siendo. Con esa economía, con esas acciones espectaculares y –sí, también– con esa suerte, no hay razones para que Tony Blair no pueda anticipar un histórico tercer mandato. Porque, como dijo una vez el ex premier democristiano italiano Giulio Andreotti, “el poder desgasta, pero a los que no lo tienen”.

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