Lun 15.08.2005

EL MUNDO • SUBNOTA  › ESCENARIO

Adónde va la desconexión

› Por Mercedes López San Miguel

Con el unilateral repliegue de Gaza que se ha puesto en marcha, comienza la remoción de 21 colonias, puntos atractivos para los atentados de extremistas. Aun si continúan los ataques de las facciones palestinas como Hamas con misiles Qassam, probablemente descienda el nivel de violencia contra ciudades israelíes fronterizas, ejemplo Sderot. El plan fue aprobado hace un año y medio por el gobierno de centroderecha de Ariel Sharon –quien por décadas fue un defensor de la construcción de asentamientos pero ahora argumenta que Israel ya no puede costear más los 21 asentamientos–.
El halcón ex premier y hasta principios de mes ministro de Economía Benjamin Netanyahu voló de la escena el pasado día 7 capitalizando el descontento de la ultraderecha con el plan de Gaza, para así ganarle la pulseada en el Likud a su rival político, Sharon (según los últimos sondeos de opinión, hay una preferencia por el primero, no así a nivel nacional).
La sociedad israelí está conflictuada. Tras 38 años de ocupación de Gaza, de algún modo el territorio pasó a formar parte del Estado. Por lo tanto, cómo se les explica a los 8500 colonos que deben abandonar sus casas. Los nacionalistas radicales y colonos se oponen a que la retirada se efectúe y se preserve la posibilidad de construir un día el sueño sionista por excelencia; el Gran Israel, que vaya desde el Jordán hasta el mar Mediterráneo. Problema: el actual premier es presa de la retórica de su partido de derecha, Likud, que desde que asumió el poder (1977) profundizó el mensaje de apego a los territorios ocupados.
Del lado palestino, la puesta en marcha del repliegue militar y civil de Israel puede leerse como un triunfo para el sucesor de Yasser Arafat, Mahmud Abbas, en su política negociadora, y con ello, que afiance aún más su autoridad y revierta los daños provocados por la Intifada. También se lo ha interpretado como un modo de Israel para establecerse más en Cisjordania y Jerusalén este (los asentamientos en Gaza, establecidos entre los 70 y 80, no tienen la magnitud de los de Cisjordania).
Con todo, es la primera vez que Israel se retira de una tierra que los palestinos quieren para su futuro Estado. Si la retirada puede concretarse con relativa calma y el liderazgo palestino logra poner orden en Gaza, mejorará el pronóstico para una vuelta a la mesa de negociaciones de las partes.

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