Lun 19.12.2005

EL MUNDO • SUBNOTA  › ALVARO GARCIA LINERA, VICE ELECTO

“Una revolución en democracia”

En su casa de La Paz recibió a Página/12. Anunció “una nueva economía, un nuevo sistema y un nuevo comportamiento político. Hay que nacionalizar los hidrocarburos y recuperar la presencia del Estado”.

› Por Eduardo Febbro y Pablo Stefanoni
Desde La Paz

Alvaro García Linera acababa de poner un pie en la historia y recibía en su casa con la modestia de un hombre que vuelve al hogar después de un día de trabajo. Le faltaba la voz y, cuando hablaba, se notaba que buscaba en el fondo de sí mismo la serenidad que el momento imponía. El ex guerrillero, ideólogo del movimiento Ejército Guerrillero Túpac Katari, acababa de ganar en las urnas lo que no logró con las armas. La historia le dio la razón más elevada que se pueda obtener: la consagración por medio de la voluntad de la mayoría. En esta entrevista exclusiva con Página/12, cuando las pantallas ya mostraban la dimensión del triunfo de la izquierda indígena, el virtual vicepresidente de Bolivia ofrece un esquema del país futuro y de las claves del triunfo de Evo Morales.
–Usted ya es casi vicepresidente, ¿cuál es su primera reacción ante este triunfo que superó todo lo soñado y calculado?
–Bolivia se ha levantado, esta es una revolución democrática y ha dado una señal clarísima a América latina y al mundo que apuesta por cambiar este país, y lo va a hacer de manera estructural, sin medias tintas, ese es el mandato del pueblo. Recogemos con enorme alegría, humildad y agradecimiento esta señal y vamos a conducir lo que nos ha marcado la voluntad popular.
–¿Para usted es la derrota de un poder aristocrático que no supo entender a su pueblo o la victoria de una fuerza que supo entenderla?
–Son ambas cosas, es el cierre de un ciclo de veinte años, nefastos, terribles, que dejaron al país maltrecho, que dejaron al país postrado, que destruyeron nuestra economía, que debilitaron el Estado. Es el inicio de una nueva etapa que consideramos que va a durar décadas, en la que se va a reconstruir el poder del Estado, en la que se va a superar el colonialismo de 513 años, en la que se va a construir una economía al servicio de la gente, en la que la población va a recuperar su confianza y esperanza de vivir en esta patria de manera honesta, sana y con bienestar.
–¿Qué va a cambiar en Bolivia después de este triunfo plebiscitario de la izquierda?
–El mandato es muy claro: una nueva economía, un nuevo sistema y un nuevo comportamiento político. Hay que nacionalizar los hidrocarburos, recuperar la presencia del Estado. En el ámbito estratégico hay que acabar con las privatizaciones y el debilitamiento del Estado y potenciar la microempresa, potenciar al empresariado boliviano, potenciar la economía indígena y campesina. En lo político: Asamblea Constituyente, fin del colonialismo, presencia de indígenas en el poder. El poncho y la corbata consolidándose como el símbolo de la unidad de Bolivia. Y un Estado descentralizado política y administrativamente que dé paso a un nuevo régimen de autonomías consolidando la unidad del Estado.
–En Santa Cruz los resultados están dando el 31 por ciento para el MAS, ¿eso acaba con el discurso de las dos Bolivia?
–Ya no hay una Bolivia polarizada entre regiones. Este mandato de cambio está presente en todo el país, desde el Oriente hasta el Occidente, en la ciudad y el campo, entre mestizos e indígenas, entre empresarios y trabajadores. Es un mandato de la Nación, no un mandato de clase, ni de una región ni de un grupo étnico, es la Nación la que se ha puesto de pie. Es un mandato solamente comparable al de revoluciones, como la Revolución Nacional (de 1952). Solamente en esas etapas se llegó a resultados semejantes. Y quedaron atrás los intentos de dividir artificialmente el país.
–¿La Bolivia que usted encarna es la Bolivia del Mercosur, de la Comunidad Andina o está más cerca de Chile, mirando hacia el mercado estadounidense?
–Es una Bolivia de integración regional. Una Bolivia que ve al continente, a los países andinos, como el gran escenario para irconstruyendo una gran plataforma continental que nos ubique de manera firme, de manera sólida, en condiciones de igualdad a las grandes plataformas planetarias. Respecto de Chile, nuestra posición es contundente, quisiéramos que Chile rompa la marginalidad en la que se ha movido respecto del continente y se integre a la región. Nosotros estamos dispuestos a abrir los brazos pero la salida soberana es la salida soberana de Bolivia al océano.
–En una entrevista con usted hablamos de aquel pasado en el Ejército Guerrillero Túpac Katari, de la lucha armada, ahora nos dice que la democracia permite obtener las mismas reivindicaciones por otras vías. ¿Esto es una legitimación por las urnas de una gran fase histórica de América latina?
–Definitivamente, lo que hicimos 15 años atrás era buscar la igualdad, el poder y el reconocimiento de los pueblos indígenas. Lo hicimos por una vía, y hoy el mismo objetivo se está realizando a partir del voto y de la acción democrática. Por eso decimos que es una gran revolución democrática, un ciclo abierto en 2000 que ahora se está completando con esta revolución descolonizadora a través del voto y de la democracia.
–¿Sigue vigente lo de la salida pactada después de esta avalancha de votos?
–Se mantiene, seguimos manteniendo la línea. Esta lucha por el poder debe resolverse de manera pactada. Lo que ahora se ha dirimido es qué sector va a encaminar, a dirigir ese pacto. Y lo que se está mostrando es que los indígenas tienen el liderazgo moral e intelectual de esta salida que redistribuya el poder entre regiones, grupos étnicos y sociales. Hay una nueva hegemonía histórica que hoy se consagra democráticamente con la elección y debe cristalizarse institucionalmente con la Asamblea Constituyente.
–¿Cómo imagina la relación con Estados Unidos a partir del 22 de enero?
–La señal es muy clara. El pueblo se ha pronunciado. Nuestra esperanza es que el pueblo y el gobierno norteamericano entiendan y acepten esta señal. Vamos a mantener la continuidad de los lazos de cooperación y de diálogo. Pero ningún presidente norteamericano ni funcionario ni embajador definirá lo que tenemos que hacer los bolivianos. Nadie va a definir ministros ni leyes. Va a haber relaciones sobre el principio de la soberanía y el respeto mutuo entre Estados.

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