EL MUNDO
• SUBNOTA › NI LE PEN NI EL TROTSKISMO PUDIERON CONFIRMAR SUS CRECIMIENTOS
Los extremos se tocan en la derrota
Por E.F.
No todo lo que brilla es oro. El más de 10 por ciento de los votos que sacó la extrema izquierda en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y el 17 por ciento de la extrema derecha no se repitieron en la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas. La extrema izquierda soñó con regenerar la izquierda y los ultraderechistas con ser los árbitros de la democracia. Ni unos ni otros alcanzaron sus propósitos. La primera vuelta de las elecciones legislativas significó la derrota de los extremos y la reintroducción del bipartidismo fuerte que imperó en Francia hasta mediados de los años ‘80.
El bajísimo nivel obtenido por las dos listas de la extrema izquierda francesa, Lucha Obrera y la Liga Comunista Revolucionaria, dejó a los comentaristas y a sus militantes perplejos. Al igual que la ultraderecha, la izquierda radical no confirmó en las urnas legislativas las expectativas que suscitaron sus resultados en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. El 21 de abril, la extrema izquierda se había llevado más del 10 por ciento de los votos mientras que ayer apenas totalizó 2,5 por ciento.
Casi igual de rotundo es el fracaso de las intenciones de la ultraderecha. Impulsado por el 17 por ciento de las elecciones presidenciales, el Frente Nacional había jugado la carta de la desestabilización. Jean-Marie Le Pen contaba con que sus listas provocaran centenares de duelos triangulares en la segunda vuelta obligando así a la derecha a negociar pactos locales o, más directamente, provocando su derrota. Lejos de realizarse, el sueño destructor de Jean-Marie Le Pen resultó pólvora mojada. Con un 12 por ciento, la extrema derecha quedó muy lejos de repetir la experiencia de las presidenciales y ni siquiera alcanzó el volumen de votos que había sacado en las legislativas de 1997 (15 por ciento). Más aún, cuando todos los sondeos de opinión vaticinaban su presencia en no menos de 300 circunscripciones, los ultraderechistas vieron su influencia limitada a entre 30 y 40 circunscripciones.
Las diferencias son radicales respecto de lo que se esperaba y de la consulta anticipada del ‘97. Ese año, el Frente Nacional había logrado pasar a la segunda vuelta en 131 circunscripciones perjudicando de manera evidente a la derecha. Hoy ya no puede desempeñar ese papel, ni siquiera el papel de árbitro que Jean-Marie Le Pen se había atribuido. Su retroceso fue tal que ni siquiera Bruno Megrét, uno de los líderes disidentes del Frente Nacional y fundador del MNR, logró vencer en su bastión histórico de Vitrolles, una localidad cercana a Marsella. Analizados unos tras otros a través de las distintas regiones, los porcentajes de la extrema derecha indican que perdió incluso allí donde tuvo a sus electores más fieles.
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