EL MUNDO
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La sombra de Rabin
› Por Claudio Uriarte
La internación en “estado grave” de Ariel Sharon pone a Israel a las puertas de un cuadro parecido al presentado por el asesinato por un extremista judío del primer ministro Yitzhak Rabin, diez años atrás: Sharon, como Rabin, es el único personaje político –por su pasado como superhalcón y como héroe de guerra– con la legitimidad ante la derecha para realizar concesiones a los palestinos sumamente irritativas para el ala fundamentalista del país, aunque lo de Rabin consistiera en un proceso de paz y lo de Sharon en una política de descolonización, erección de murallas y separación unilateral; ahora, por la gravedad de su estado físico –a los 77 años y con 118 kilogramos de peso–, esa política queda en entredicho. Ehud Olmert, viceprimer ministro y ex alcalde de Jerusalén en quien Sharon delegó sus poderes, es el arquitecto del plan de separación, pero carece de la reputación de Sharon y queda expuesto a los ataques de la ultraderecha del ex primer ministro Benjamin Netanhayu, al tiempo que la alianza del laborismo de Shimon Peres con el flamante partido Kadima (Adelante) de Sharon queda en suspenso, como también una elección, en marzo, que Sharon parecía tener asegurada.
“Hay que romperles los huesos”, había dicho Rabin de los palestinos en los años ’80, al comienzo de la primera Intifada. “Agarren toda la tierra que puedan”, les dijo Sharon a los colonos judíos en Cisjordania y Gaza hace sólo unos años. Ninguno de los dos, se ve, puede ser representado como una paloma de la paz, pero los dos se movieron de acuerdo a realidades terminantes –una población palestina en explosivo crecimiento, una tasa de natalidad israelí marcadamente inferior–, abandonar la política de colonización y constituirse en el nuevo centro político del país. Pero, aunque Rabin encabezara un proceso de paz que resultó fallido y Sharon diseñara en cambio un camino de medidas unilaterales sin negociaciones, sus políticas son más semejantes de lo que parecen. Alguien dijo en Israel que, mientras que Peres –el sucesor de Rabin– buscaba un matrimonio con los palestinos, Rabin quería un divorcio. En este sentido, la evacuación unilateral de Gaza y de cuatro colonias cisjordanas por parte de Sharon el año pasado guarda una similitud estricta con el pensamiento de Rabin, aunque endurecida por los bloques de cemento y los alambre de púa del muro de separación. También en este sentido, la muerte de Sharon jugaría en las manos de los dos extremismos simétricos: el de Netanyahu y la ultraderecha religiosa de Israel por una parte, y el del fundamentalismo de Hamas y Jihad Islámica por otra.
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