EL MUNDO • SUBNOTA › ATILIO BORON
“Esta elección profundiza el deslizamiento hacia la izquierda que se viene observando en la región en los últimos años”, asegura Atilio Boron, aunque con algunas reservas. Para el titular de Flacso, el nuevo gobierno chileno deberá responder a las cuestiones sociales urgentes, tornando difícil la posibilidad de una transformación profunda en el mediano plazo. “Los gobiernos de la Concertación, con su irracional adhesión al neoliberalismo, plantaron varias bombas de tiempo que, probablemente, estallen en el mandato de la nueva presidente.”
–El panorama que está pintando es poco optimista...
–Bachelet, que de joven fue una militante de la izquierda radical y cuyo padre murió en las mazmorras de Pinochet, tiene por delante un desafío enorme: demostrar que Violeta Parra estaba equivocada cuando decía en una de sus canciones que “Chile limita al centro de la injusticia”. Para ello deberá revertir esta tendencia que en democracia convirtió a una de las sociedades más igualitarias en una de las más injustas de América latina, con índices que sólo exhiben los países más atrasados de la región. La agenda que tiene por delante es apabullante, lo más urgente es redistribuir ingresos y crear empleo, satisfacer los reclamos de los mapuches en sus luchas contra las trasnacionales, alentar la organización de los sectores populares, enjuiciar a los responsables de gravísimos atentados a los derechos humanos y reformar el régimen político, todavía marcado a fuego por la herencia del pinochetismo. En cuanto al frente internacional deberá garantizar, con el activo involucramiento de la ONU, un arreglo diplomático que le otorgue la salida al mar a Bolivia.
–¿Qué trascendencia tiene el triunfo de Bachelet para Chile y la región?
–Es importante porque fortalece una tendencia que sólo el protagonismo de los movimientos sociales –no las iniciativas de los timoratos gobiernos de centroizquierda– puede llegar a dotar de nuevos significados. Pero la trayectoria de la Concertación no autoriza demasiadas ilusiones. Si bien Chile experimentó un vigoroso crecimiento económico, su deuda social es todavía impresionante. Esto demuestra que si no hay una enérgica vocación gubernamental por redistribuir la riqueza, la dinámica del capitalismo no hace sino agrandar el hiato que separa ricos de pobres, generando un “apartheid social” incompatible con el espíritu de la democracia. Los gobiernos de la Concertación poco hicieron para contrarrestar esta tendencia y plantaron varias bombas de tiempo. Un ejemplo es el fenomenal negociado de los ya quebrados fondos de pensión.
–¿Cómo se enmarca el resultado de ayer con los procesos políticos que se viven en la región?
–Esta elección profundiza un deslizamiento hacia la izquierda, pero, por ahora, se trata de un corrimiento que está lejos de llegar a constituir una genuina alternativa de izquierda, es decir contraria al capitalismo.
Reportaje: C. K.
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