Sáb 15.06.2002

EL MUNDO • SUBNOTA  › OPINION

Bush no habla en nombre de nosotros

Por Laurie Anderson, Edward Asner, Russell Banks, Noam Chomsky, Ossie Davies, Mos Def, Eve Ensler, Martin Luther King III, Barbara Kingsolver, Tony Dushner, Edward Said, Gloria Steinem, Alice Walker, John Edgar Wideman, Howard Zinn y 53 otros*.

Que no se diga que el pueblo en EE.UU. no hizo nada cuando su gobierno declaró una guerra sin límites e instituyó nuevas y duras medidas de represión. Los firmantes de esta declaración llaman al pueblo de EE.UU. a resistir las políticas y la orientación política general surgidas desde el 11 de septiembre y que entraña grandes peligros para los pueblos del mundo.
Creemos que pueblos y naciones tienen el derecho de determinar su propio destino, libres de coerción militar por las grandes potencias. Creemos que todas las personas detenidas o procesadas por el gobierno de Estados Unidos deberían tener los mismos derechos del debido proceso. Creemos que el cuestionamiento, la crítica y la disidencia deben ser valorados y protegidos. Entendemos que se debe luchar y combatir por esos derechos y valores.
Creemos que la gente consciente debe hacerse responsable por lo que sus propios gobiernos hacen: primero de todo debemos oponernos a la injusticia que se hace en nuestro nombre. Por lo tanto llamamos a todos los norteamericanos a que resistan la guerra y la represión que fue desatada en el mundo por la administración Bush. Es injusta, inmoral e ilegítima. Elegimos hacer causa común con los pueblos del mundo.
Nosotros también vimos con conmoción los terribles hechos del 11 de septiembre. También nosotros lloramos los miles de muertos inocentes y movimos las cabezas ante las terribles escenas de masacre –aún cuando recordáramos escenas similares en Bagdad, Panamá y, hace una generación, Vietnam–. Nosotros también nos unimos a la angustia de millones de norteamericanos que preguntaban cómo podía suceder una cosa así.
Pero el llanto apenas había comenzado cuando los líderes más altos de la Tierra desataron un espíritu de venganza. Sacaron un guión simplista de “bueno versus malo” que fue recogido por medios de comunicación dóciles e intimidados. Nos dijeron que preguntar por qué esos hechos terribles habían pasado lindaba con la traición. No debía haber un debate. No había, por definición, preguntas políticas o morales válidas. La única respuesta posible era una guerra en el exterior y la represión interna.
En nuestro nombre, la administración Bush, con la casi unanimidad del Congreso, no sólo atacó Afganistán, sino que se arrogó para sí y para sus aliados el derecho de enviar fuerzas militares a cualquier lado y en cualquier momento. Las brutales repercusiones se sintieron desde Filipinas hasta Palestina. El gobierno ahora se prepara abiertamente a librar una guerra total contra Irak, un país que no tiene conexión con el horror del 11 de septiembre. ¿En que clase de mundo se convertirá éste si el gobierno de EE.UU. tiene un cheque en blanco para lanzar comandos, asesinos y bombas donde quiera?
En nuestro nombre el gobierno creó dos clases de gente dentro de EE.UU.: aquellos a quienes por lo menos se prometen los derechos básicos del sistema legal de EE.UU. y aquellos que ahora parecen no tener ningún derecho. El gobierno arrestó a más de 1.000 inmigrantes y los detuvo en secreto e indefinidamente. Cientos han sido deportados y otros cientos todavía languidecen en prisión. Por primera vez en décadas, las reglas de inmigración señalan ciertas nacionalidades para un tratamiento diferente.
En nuestro nombre, el gobierno hizo caer un manto de represión sobre la sociedad. El vocero del presidente le advierte a la gente que “tenga cuidado con lo que dice”. Artistas, intelectuales y profesores disidentes encuentran sus opiniones distorsionadas, atacadas y suprimidas. La llamada Acta Patriótica, junto con un montón de medidas similares a nivel estatal, le da a la policía amplios poderes nuevos de busca y arresto, supervisados, si acaso, por procedimientos secretos ante cortes secretas. En nuestro nombre, el Ejecutivo ha usurpado en forma sostenida los rolesy funciones de las otras ramas del gobierno. Ordenes ejecutivas han puesto en marcha tribunales militares con laxas reglas de evidencia y donde no existe ningún derecho a apelar en cortes regulares. Y hay grupos que son declarados “terroristas” por un golpe de la pluma presidencial.
Debemos tomar a los más altos funcionarios de la Tierra seriamente, cuando hablan de una guerra que durará una generación y cuando hablan de un nuevo orden interno. Nos estamos confrontando a una nueva política abiertamente imperial hacia el mundo y una política interna que fabrica y manipula el temor para reducir los derechos.
Hay una trayectoria mortal en los hechos de los meses pasados que debe ser vista por lo que es y resistida. Demasiadas veces en la historia la gente ha esperado para resistir hasta que era demasiado tarde. El presidente Bush declaró: “O están con nosotros o contra nosotros”. Esta es nuestra respuesta: nos negamos a permitirle hablar por todo el pueblo norteamericano. No abandonaremos nuestro derecho a cuestionar. No entregaremos nuestras conciencias a cambio de una promesa vacía de seguridad. Decimos no en nuestro nombre. Nos negamos a ser parte de estas guerras y repudiamos cualquier inferencia de que estén siendo libradas en nuestro nombre o por nuestro bienestar. Extendemos una mano a todos los que en el mundo sufren por estas políticas; mostraremos nuestra solidaridad en palabras y hechos.
Nosotros, los que firmamos esta declaración le pedimos a todos los norteamericanos que se unan para estar a la altura de este desafío. Aplaudimos y apoyamos el cuestionamiento y la protesta que ocurren ahora, aún cuando reconocemos la necesidad de más, mucho más para detener realmente esta fuerza inexorable. Tomamos la inspiración de los reservistas israelíes quienes, a gran riesgo personal, declaran “que hay un límite” y se niegan a servir en la ocupación de Cisjordania y Gaza.
Nos inspiramos en los muchos ejemplos de resistencia y conciencia del pasado de Estados Unidos: de aquellos que lucharon contra la esclavitud con rebeliones, de aquellos que desafiaron la guerra de Vietnam al negarse a obedecer, resistiéndose al reclutamiento, y solidarizándose con los resistentes. No permitamos que el mundo que nos mira se desespere con nuestro silencio y nuestra falta de acción. En lugar de eso, que el mundo escuche nuestro compromiso: resistiremos la maquinaria de la guerra y la represión e impulsaremos a otros a hacer todo lo posible para detenerla.

*Una lista completa de los firmantes se halla en guardian.co.uk [email protected].

Nota madre

Subnotas

  • Claves
  • Bush no habla en nombre de nosotros

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux