EL MUNDO • SUBNOTA
Al premier Ehud Olmert no le dan respiro. En medio de un endurecimiento de las posturas, israelíes y palestinas, por la inminente asunción del gobierno dominado por Hamas, varios altos funcionarios del gobierno israelí, y el propio Olmert tuvieron que salir a contener el error diplomático de dos generales que habían advertido sobre la posible desestabilización de los regímenes jordano y egipcio si se termina de consolidar el “eje” islamista que abarcaría desde Irán hasta Gaza. Amman y El Cairo son los dos únicos países árabes vecinos que mantienen relaciones diplomáticas totales con Tel Aviv. Varios dirigentes israelíes se sumaron y reafirmaron que Jordania es un “interlocutor estratégico” para el país en el proceso de paz. Egipto, por su lado, fue la sede de las primeras negociaciones de Fatah con Hamas, después de su victoria parlamentaria.
La controversia comenzó cuando el general israelí Yair Naveh, comandante de la región militar centro, que incluye a Cisjordania, le advirtió el miércoles al rey Abdalá II que “puede ser el último rey” de la dinastía hachemita si se terminaba de crear un “eje” islamista desde Irán a Gaza, ya que el 80 por ciento de los jordanos es de origen palestino. El mismo día, otro general israelí, Moshe Kaplinsky, jefe de Estado Mayor adjunto, realizó una declaración similar sobre el régimen de El Cairo. “En Egipto se ven signos de una posible desestabilización del sólido régimen de Mubarak”, había adelantado Kaplinsky en un foro de hombres de negocios en Haifa, en el norte israelí. Para tratar de evitar nuevas situaciones embarazosas, el jefe del Estado Mayor israelí, el general Dan Halutz, llamó públicamente al orden y convocó al Estado Mayor. La prensa local ya aseguraba ayer que Halutz podría estar analizando posibles sanciones para los dos generales.
Nada más trascender las palabras de Naveh, la ministra israelí de Asuntos Exteriores, Tsipi Livni, se comunicó con su colega jordano, Abdelila al Jatib, para asegurarle que las ideas del general “no representan al gobierno”, afirmación a la que adhirieron también el ministro de Defensa, Saúl Mofaz, y el jefe de Estado, Moshé Katzav. Livni reiteró además que las fuerzas armadas “deben dedicarse a sus funciones específicas y dejar la política a los políticos”. Haim Ramon, un importante miembro de Kadima, el partido centrista de Olmert, se sumó a este cuestionamiento y lamentó que haya “generales que se expresan sobre temas tan políticos”.
Olmert no dudó en llamar al rey jordano para reafirmarle que Israel sigue considerando a Amman un “aliado estratégico” y con un régimen estable. Sin embargo, 30 años atrás la derecha israelí, incluso Ariel Sharon, el primer ministro actualmente en coma, aseguraba que Jordania estaba destinada a convertirse en un “Estado palestino”, por la gran mayoría de la población que comparte ese origen. Esta visión cambió cuando en 1994 los dos países suscribieron los acuerdos de paz. El ex embajador de Israel en Jordania Shimon Shamir dijo a la radio ayer que las declaraciones del general Naveh podrían atentar contra “los intereses comunes de los dos países en este período difícil”.
Desde el gobierno de El Cairo, una fuente de la misión diplomática en Tel Aviv aseguró que el embajador en ese país, Mohamed Assem Ibrahim, había “expresado su asombro respecto de las declaraciones hechas por el jefe del Estado Mayor adjunto”, aunque se negó a comentarlas. En tanto, la principal fuerza de la oposición egipcia, los Hermanos Musulmanes de Egipto –un grupo radical islámico cuyo objetivo es la implantación de un Estado islámico basado en la sharia y el rechazo a la influencia occidental en el país–, parece haber elegido el peor momento para solidarizarse con el nuevo gobierno palestino de Hamas. Dando argumentos a los temores de los militares israelíes de una creciente solidaridad palestina en la región, el jefe espiritual de este grupo, Mohamed Mahdi, denunció ayer que “Estados Unidos se sirve de la flexibilidad de los países árabes para obligarlos a suspender cualquier ayuda (financiera) a Hamas”. Por ahora, Egipto y Arabia Saudita se negaron al bloqueo internacional planteado por la Casa Blanca.
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