EL MUNDO • SUBNOTA › SE ARROJABAN DE LOS VAGONES
› Por Justin Huggler *
Desde Nueva Delhi
Los sobrevivientes de los atentados a los trenes de Bombay miraban impotentes a los pasajeros que se lanzaban de los trenes en movimiento. Tal era su pánico por lo que pasaba a bordo después de la primera explosión, que se arrojaban del tren sólo para estrellarse contra las vías. En un tren de esa ciudad, en horas de trabajo, las personas no sólo viajan apretujadas. Cuelgan de las puertas abiertas, aferradas a lo que sea con una mano.
En algún lugar, entre esa masa de gente, estalló una bomba, destrozando cuerpos. Una bomba suficientemente poderosa como para volar el techo del tren como la tapa de una lata. En los diez minutos que siguieron, otras cinco bombas explotaron en medio de pasajeros parados indefensos en trenes repletos. Una sexta bomba estalló en un túnel para pasajeros en una de las estaciones más concurridas. “Escuchamos una explosión fortísima en uno de los compartimentos del tren. Corrimos y vimos a gente a la que le faltaban las piernas y con graves heridas”, dijo un testigo. “No había ni policía ni gente del ferrocarril para ayudar.” Los trenes son las arterias vitales de la ciudad, que transportan a seis millones de pasajeros por día. El tráfico es tan atascado, que un viaje que dura dos horas en auto se hace en sólo 15 minutos en tren. Desde el más rico productor de Hollywood hasta el hombre más pobre de los barrios bajos viaja en tren en algún momento.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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