Mié 26.07.2006

EL MUNDO • SUBNOTA

Crece en Palestina la admiración por Hezbolá y el odio hacia Bush

› Por Sal Emergui *
Desde Ramalá

“Lo que siempre pasa aquí y ahora en el Líbano no se podría contemplar sin la ayuda y autorización de Bush”, dice Bashir, de profesión abogado, cerca de la céntrica Plaza Manara de Ramalá, la capital de Cisjordania, cada vez más engalonada con fotos y banderas. Si hace más de un mes, con motivo del Mundial, los palestinos exhibían con orgullo las de Brasil e Italia, ahora la bandera amarilla del grupo chiíta Hezbolá domina muchas paredes tanto en Ramalá como en otras ciudades palestinas. Los retratos del jeque Ahmed Yassin (fundador y líder del grupo integrista Hamas) y del ex presidente palestino Yasser Arafat se ven ahora escoltados por el nuevo héroe de las masas: Hasan Nasralá, el líder de unas milicias que, en opinión de Bashir, están haciendo sudar al poderoso ejército israelí.

“El país más fuerte de la zona se siente incapaz de acabar con varios miles de luchadores. Debemos aprender del ejemplo de Nasralá”, dice Bashir. Los palestinos siguen con atención el drama del Líbano. Cada ataque israelí, cada misil lanzado en el país de los cedros es visto, analizado e interpretado al minuto por las distintas cadenas árabes de televisión vía satélite. Algunos, como Ajmed, incluso reconocen cierta marginación mediática: “Cada día mueren palestinos en Gaza y Cisjordania, pero ahora los ojos de los países árabes y de la comunidad internacional están centrados en el Líbano. Yo sólo les pido que no se olviden de nosotros”.

En Ramalá es inevitable hacer comparaciones entre los chiítas de Hezbolá, que mantienen secuestrados a dos soldados israelíes, y los sunnitas de Hamas, responsable del secuestro de otro más. “Es cierto que hay pequeñas diferencias, pero no tantas como EE.UU., por ejemplo, quiere provocar en Irak. Cuando hay un enemigo como Israel enfrente, no hay chiítas ni sunnitas. Sólo hay resistencia”, afirma fumando la tradicional pipa árabe (narguile), Zidan, un empresario árabe-israelí, procedente de Galilea. Comparte la opinión de Mohamed Nazal, un destacado líder de Hamas en Siria, que ayer reconocía que “Hezbolá tiene la capacidad de tener capturados durante varios años a los soldados. En Gaza, eso no es posible”. “La única respuesta de Bush a las agresiones de Israel es que Hamas y Hezbolá son grupos terroristas. Quien mata a una mujer que está en su casa, como anteayer sucedió en el norte de Gaza, es el que practica terror”, se lamenta Zidan.

“Ellos siempre dicen que Hezbolá es el brazo ejecutor de Irán. Puede que sea cierto, pero también lo es que Israel hace de brazo ejecutor de Estados Unidos, controlado por un grupo de fanáticos religiosos que usan a los sionistas en su juego de intereses”, añade. Ahmed, un joven palestino que se etiqueta como “fiel seguidor de Hamas”, se suma a la conversación: “Los palestinos consideramos que los secuestros son legítimos para poder conseguir la liberación de los nuestros de las cárceles de Israel”. Y resume: “Los Katiushas de Hezbolá son, para mí, como los cohetes Kassam que lanzamos desde Gaza. Es cierto que Hezbolá es un grupo más entrenado y preparado, pero la filosofía es la misma. Ojalá llegue el día en que podamos amedrentar a los sionistas del sur como Hezbolá está haciendo con los del norte. Inshalá”.

Cerca del mercado en el centro de la ciudad, Jalal, que trabajó de camarero en Israel hasta que estalló la Segunda Intifada, da su punto de vista: “Yo no apoyo a Hamas ni sus acciones como creo que tampoco muchos libaneses apoyan a Hezbolá y su última operación que, para mí, fue muy desafortunada. Pero, con estas ofensivas tan bestiales, Israel está provocando que ambas organizaciones gocen ahora de una simpatía general”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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