EL MUNDO • SUBNOTA
› Por Sergio Rotbart
Desde Tel Aviv
La semana pasada el titular de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbas, permaneció tres días en Gaza para dialogar en forma prolongada con los líderes del Hamas. Por primera vez desde las últimas elecciones, Abbas reunió al Consejo de Seguridad Nacional de la AP. Por parte del movimiento islamista participaron en el alto foro el primer ministro, Ismail Haniyeh, y el ministro del Interior, Saeed Seyam, responsable de los aparatos de seguridad. El tema más importante de las conversaciones entre los líderes de las dos principales corrientes políticas palestinas fue la posible formación de un gobierno de unidad, una opción que podría poner fin al embargo que muchos países decretaron contra el gobierno de Hamas. Con la incorporación de Al Fatah, el partido liderado por Abbas, la coalición gobernante adoptaría un matiz mucho más potable ante la mirada de la comunidad internacional.
El esfuerzo negociador, hasta ahora, no dio resultados positivos. Cada una de las partes demanda de la otra condiciones de alto precio. Abbas le exige a Hamas el reconocimiento expreso de Israel y de los acuerdos que este país firmó con la OLP, además de la renuncia a la violencia. Haniyeh, por su parte, reclama que Hamas siga encabezando el futuro gobierno de unidad y que los ministros del movimiento conserven la mayoría. Azam el Ahmad, dirigente de Al Fatah, le contestó: “Exigimos ser socios plenos del gobierno, no aceptaremos ser un simple agregado”. Con la intención de encontrar una eventual salida a la crisis de las negociaciones, el miembro independiente del Consejo Legislativo (Parlamento) Ziad Abu-Amar reflotó una vieja idea: crear un “gobierno de expertos”, presuntamente libre de condicionamientos partidarios.
Con todo, el premier Ismail Haniyeh consiguió lo que ni Mahmud Abbas ni la fuerza militar de Israel lograron obtener: un acuerdo entre todas las organizaciones palestinas en torno a un período de “calma”. Y, de hecho, los ataques con cohetes Qassam a los poblados israelíes lindantes con la Franja de Gaza han cesado desde el día miércoles de la semana pasada. Además, la prensa palestina consigna que hubo un avance importante en la negociación dirigida a liberar a Gilad Shalit, el soldado israelí secuestrado el pasado 25 de junio. Egipto y Qatar, los países mediadores, presentaron una propuesta según la cual Shalit sería trasladado a territorio egipcio y, a cambio, Israel liberaría a 600 prisioneros palestinos, mayoritariamente mujeres, adolescentes, enfermos y presos que cumplieron gran parte de su período de detención.
La dirigencia palestina dio varios indicios de estar dispuesta a reanudar la vía negociadora con Israel. Esa sería la meta a la que conducirían el cese de la violencia, la devolución del soldado israelí y la formación de un gobierno de coalición Hamas-Fatah. Consultado por el diario Haaretz acerca de su disposición a entablar un diálogo directo con el gobierno del premier Olmert, Haniyeh contestó: “No hay problema con la negociación, pero Israel debe reconocer los derechos de los palestinos”.
Como contrapartida, el gobierno israelí no ha abandonado las medidas de fuerza. Alrededor de 50 ministros, parlamentarios y políticos de Hamas fueron detenidos por el ejército de Israel desde la captura de Gilad Shalit en el sur de Gaza. Ehud Goldwaser y Eldad Regev, los dos soldados capturados por el Hezbolá muy cerca de la frontera con el Líbano, no han sido recuperados luego de la guerra librada en ese país.
La miniguerra que paralelamente el ejército llevó a cabo en Gaza, contra fuerzas mucho más precarias y débiles que Hezbolá, tampoco trajo aparejada la liberación de Shalit. Su secuestro –a juzgar por la visión oficial– la desencadenó, pero su resultado concreto puede medirse en la muerte de más de 200 palestinos, en gran proporción civiles desarmados.
El gobierno de Olmert, quien reconoció que su plan de retirada unilateral de Cisjordania es –hasta nuevo aviso– irrelevante, “se ha quedado sin estrategia política”. Así lo afirmó Ephraim Halevy, el ex titular del Mossad (Servicio de Inteligencia) y ex asesor de seguridad nacional. Si la alternativa de un acuerdo negociado también queda descartada, dado que desde la irrupción de la segunda Intifada, en octubre de 2000, “no hay con quién hablar”, mucho menos desde el triunfo electoral de Hamas, pues la respuesta la siguen dando los estrategas militares. No es casual, entonces, que Yuval Diskin, el titular del Servicio de Seguridad (Shabak), haya afirmado en la reunión del gobierno que tuvo lugar el pasado domingo: “El fortalecimiento de los factores terroristas en Gaza es un problema estratégico que, si no lo tratamos como corresponde, nos encontraremos dentro de 3-5 años ante una realidad similar a la existente en el Líbano”.
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