EL MUNDO • SUBNOTA
También reclaman la dimisión del ministro de Defensa y del jefe del ejército desde una carpa de protesta montada en Jerusalén. Aparecen diferencias entre los socios de la coalición de gobierno por el costo de la guerra. La oposición de derecha aprovecha para ganar espacios.
› Por Sergio Rotbart
Desde Jerusalén
“Estoy dolorido no solamente por la pérdida de mi hijo, sino por el país entero que perdió su rumbo y por sus dirigentes, que no son capaces de asumir la responsabilidad y decir ‘nos equivocamos, por lo tanto debemos renunciar’.” Así resumió su motivación para sumarse a la protesta de los soldados reservistas Elifaz Baluha, padre de Nadav, quien murió en el combate de Marun ar-Ras, en el sur del Líbano. Junto con él, varios familiares de soldados caídos en la guerra llegaron hasta la carpa erigida por los reservistas frente a la oficina del primer ministro en Jerusalén. Allí sobresalían las pancartas y las frases a voz en cuello exigiendo las renuncias del premier Ehud Olmert, del ministro de Defensa, Amir Peretz, y del jefe del ejército, Dan Halutz. Baluha justificó ese reclamo. “Los dirigentes dejaron al pueblo golpeado y herido, enviaron a nuestros hijos a luchar por un objetivo determinado y violaron el valor más sagrado del Ejército de Defensa de Israel: no abandonar personas en el campo de batalla.”
En otro orden, se produjo la primera crisis entre las dos fuerzas que componen la coalición de gobierno, Kadima y el Partido Laborista. Ello ocurrió como resultado de la negativa de dos parlamentarios laboristas a aceptar una propuesta de recorte presupuestario en la Comisión de Finanzas del Parlamento. La medida, destinada a financiar los gastos de la guerra en el Líbano, fue aprobada por los ministros laboristas en el gobierno, pero los diputados del mismo partido la rechazaron por considerarla contraproducente para “la Galilea, el Neguev y los sectores sociales más débiles”.
El incidente acrecienta las dudas acerca de la estabilidad de la coalición si se mantiene su actual composición, y allegados al premier Olmert ya señalaron la imperiosidad de ampliarla con otras fuerzas de derecha, como Israel Beitenu, y del sector religioso. La oposición de derecha, encabezada por el Likud y su actual líder, Benjamin Netanyhau, viene mejorando posiciones hacia un futuro recambio dirigencial. Moshé Yaalon, el ex jefe del ejército que fuera reemplazado por Dan Halutz, se mostró dispuesto a ocupar el cargo de “general especialista en temas de seguridad” por ese partido. ¿Tal vez un “gobierno de emergencia nacional”, la fórmula que algunos dirigentes de Kadima exhibieron en plana guerra, será el camino correcto que evite la caída total del sucesor de Ariel Sharon? Sea como fuere, al primer ministro le hará falta mucha imaginación para atravesar las aguas turbias del descontento de posguerra y llegar a buen puerto.
La protesta de los reservistas, en tanto, no está unificada ni organizada en torno de un cuerpo representativo homogéneo, sino que conforman distintos grupos de soldados aglutinados en primera instancia de acuerdo a su unidad de pertenencia. Así, junto a la demanda más militante sobre la renuncia de la cúpula gubernamental, en la carpa instalada frente a la sede del gobierno, en Jerusalén, pueden escucharse quejas más puntuales sobre la falta de equipamiento adecuado, comida y agua durante la ofensiva militar en el Líbano. E incluso es muy común la decepción por “no habernos dejado combatir hasta el final”, como lo expresó Yaacov Silberman, de 38 años, que participó en la batalla de Ayta ash-Shab. El oficial reservista manifestó su desagrado ante “la falta de claridad y de decisión de los altos mandos” y agregó que pudo percibir “una concepción encaminada a evitar el combate cuerpo a cuerpo, contraria al principio sagrado promovido por el ejército”.
A pocos metros de la carpa de los reservistas, se encuentra otra instalada por el Movimiento por un Gobierno de Calidad, cuyos miembros se ocupan habitualmente de la lucha en pos de la transparencia gubernamental y la denuncia de la corrupción en la esfera pública. Contrariamente al reclamo de los ex combatientes, los representantes del movimiento piden la creación de una comisión de investigación estatal. Roni Tvangenboim, uno de los organizadores de las manifestaciones de los reservistas, explica la diferencia entre ambos mensajes: “Nosotros no pedimos una comisión investigadora, la verdad acá está clara, y ahora falta que los responsables asuman las consecuencias”. Y, con todo, a los dos focos de la protesta los une un denominador común: su carácter no partidario. Yosi Beilin y otros parlamentarios del partido Meretz llegaron el pasado martes a la carpa de los reservistas, con la intención de expresar su solidaridad con la causa, pero debieron abandonar el lugar ante el pedido amable de los organizadores. Lo mismo ocurrió con políticos del Partido Religioso Nacional (Mafdal).
Si bien la protesta ha crecido gradualmente, aún no ha congregado a un público masivo. Uno de los participantes de la marcha a Jerusalén que marcó el inicio del establecimiento de la carpa de los reservistas, que prefirió no identificarse, intentó explicar, como excusándose: “Todavía no sé si la lucha conseguirá desarrollarse. No podemos olvidar que la mayoría de los combatientes estuvieron un mes entero en el frente, sin trabajar. No tengo idea cuántos de ellos lograrán resistir y llegar hasta aquí para manifestar”.
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