EL MUNDO • SUBNOTA
A los detectives de Scotland Yard que fueron a Moscú a investigar la muerte de Litvinenko les dijeron ayer que no podrían interrogar personalmente a ningún testigo y que ningún sospechoso será extraditado a Gran Bretaña para ser juzgado. En una serie de comentarios que estaban orientados a limitar la actividad del equipo británico, Yuri Chaika, el fiscal general de Rusia, dejó en claro que si hubiera un “juicio Litvinenko” se llevaría a cabo en Rusia, no en Gran Bretaña. Las cortes británicas han negado repetidamente los pedidos de extradición de rusos de alto perfil en los últimos años, incluyendo los de los aliados de Litvinenko, el oligarca Boris Berzovsky y el exiliado checheno Akhmed Zakayev, y parece que Moscú no está dispuesto a ser amable cuando se da vuelta la tortilla. Aunque Chika prometió que el lado ruso haría lo “imposible” para ayudar a la investigación británica, todo lo que dijo parece indicar lo contrario, un estado de cosas que refleja las frías relaciones entre Londres y Moscú sobre el tema. Los trámites del comando antiterrorista de Yard para hablar con el empresario y ex guardaespalda de la KGB de Andrei Lugovoi –figura central en el caso– también se enfrentaban a una demora inesperada cuando surgió que éste estaba en el hospital, siendo tratado por una inexplicable enfermedad. Lugovoi se reunió cuatro veces con Litvinenko en los viajes de este último a Londres.
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