EL MUNDO • SUBNOTA
Bagdad sigue siendo el centro de la violencia en Irak. Ayer un coche bomba estalló frente a un grupo de personas que hacían cola en una parada de autobús en el este de la ciudad. El saldo del atentado fueron diez muertos y unos 15 heridos. Más tarde, no muy lejos de ahí, un atacante suicida se subía a otro autobús y se inmolaba. El hombre tenía un cinturón lleno de explosivos, que al detonarlo mató a dos personas, hirió a más de 20 y destruyó varios de los edificios cercanos. Además, como ya es habitual, la policía iraquí encontró 40 cadáveres en distintos barrios de la capital. Todos estaban maniatados, con los ojos vendados y tenían señales de haber sido torturados. Para las fuerzas estadounidenses tampoco fue un buen día. Tres soldados murieron y tres resultaron heridos ayer en varios ataques. Uno murió como consecuencia de las heridas sufridas durante un ataque en la provincia de Al Anbar, considerada uno de los feudos de la resistencia sunnita. Otro soldado falleció y dos resultaron heridos cuando patrullaban el sur de Bagdad y fueron alcanzados por una explosión. El tercer soldado murió también por una explosión pero mientras combatía en la provincia de Diyala, al noroeste de la capital. En los últimos tiempos, las bajas del ejército estadounidense han aumentado. Desde que invadieron Irak en 2003, ya casi han muerto unos tres mil militares norteamericanos.
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