La ex ministra de Defensa ecuatoriana Guadalupe Larriva fue la primera mujer al frente de esa cartera, pero no la primera funcionaria de Ecuador en fallecer en un accidente aéreo. Por el contrario, el historial de muertes en situaciones semejantes es largo: además de la muerte en 1981 del entonces presidente Jaime Roldós, en las últimas tres décadas murieron dos ministros de Defensa, dos comandantes del ejército, dos comandantes de la Fuerza Aérea, un ministro de Educación y un ministro de Turismo. “Tenemos un record bastante terrible de muertes de personalidades en accidentes aéreos”, afirmó a Página/12 el mayor Patricio Oña, ex piloto de la aviación del ejército y experto en aviación. Grupos de izquierda levantaron sospechas sobre posibles atentados, pero expertos aseguran que los accidentes son causados por las pésimas condiciones de la aviación del país.

En momentos en que se realiza la investigación del accidente que provocó la muerte de la recién asumida ministra de Defensa Larriva, junto a su hija y cinco altos oficiales del ejército, se siguen barajando hipótesis sobre un posible atentado. La ex ministra murió tras el choque de dos helicópteros después de participar en una maniobra de vuelo nocturno en las cercanías de la base aérea de Manta. Incluso el ministro de Gobierno (Interior), Gustavo Larrea, aseguró a los medios de comunicación que el incidente se produjo en circunstancias “anormales que exigen una investigación a fondo”.

Las sospechas surgen de la supuesta oposición de algunos mandos militares a que una civil, mujer y socialista dirigiese el Ministerio de Defensa, algo que nunca había ocurrido en la historia de Ecuador. Pero sobre todo por su postura contraria al Plan Colombia y a la presencia militar de Estados Unidos en la base de Manta, que iba claramente contra los intereses norteamericanos en la región. Pero aún hay otros factores que alimentaron la sospecha: la amplia experiencia de los pilotos, que contaban con más de 1200 horas de vuelo cada uno. “Nadie tenía más experiencia que ellos. Por algo los mandaban con la ministra de Defensa”, afirmó al diario ecuatoriano El Universo Germán Quilismal, quien los conocía desde hace diez años.

Además, se recuerdan otros accidentes que no fueron esclarecidos, como el que le costó la vida al ex presidente izquierdista Roldós, o el que provocó la muerte de una cúpula militar considerada de izquierda en 1992. La muerte de Roldós desató un amplio debate. El autor norteamericano John Perkins, en su libro Confessions of an Economic Hitman (Confesiones de un terrorista económico, 2004), se sumó a la versión de que Roldós habría sido asesinado, puesto que su plan para reorganizar el sector de los hidrocarburos habría amenazado los intereses de Estados Unidos. Sin embargo, la Junta Investigadora de Accidentes (JIA) de la Fuerza Aérea Ecuatoriana atribuyó la responsabilidad a un error del piloto, supuestamente sometido a una carga de trabajo excesiva.

Por su parte, los expertos en aviación aseguran que las teorías de atentados son infundadas y que cada accidente tiene explicación en una falla técnica o de procedimiento. El mayor Oña afirmó que hay varios factores que cooperan en el desencadenamiento de las tragedias. “Desgraciadamente las condiciones geográficas de Ecuador hacen que ciertos aeropuertos tengan condiciones críticas para las operaciones. A ello se suma la mala infraestructura aeronáutica del país y los paupérrimos presupuestos”, indicó. “Atrás de cada accidente hay alguna norma que no se cumplió. Algo está pasando en la aviación militar. Hay que perfeccionar los procedimientos y entrenamiento”, agregó en diálogo telefónico con este diario.

Según reportes de las propias fuerzas armadas, la mayoría de las aeronaves tanto de transporte como de combate data de hace más de 20 años. Los helicópteros Gazelle, en los que se accidentó Larriva, fueron adquiridos entre 1980 y 1990. La propia ministra había hablado días antes del accidente de la posibilidad de “repotenciar” cierto armamento que está obsoleto, y en ese proceso no descartó incluir aviones y misiles.

Informe: Virginia Scardamaglia.