Dom 18.02.2007

EL MUNDO • SUBNOTA  › EL PP APOYA SU TEORIA SOBRE ETA EN UNA MOCHILA QUE NO ESTALLO

Una mochila y otras extravagancias

› Por O.G.
Desde Madrid

Cuando el eco de las explosiones se había acabado y sólo quedaban los muertos, los heridos y los efectos políticos del ataque, dio comienzo una gigantesca disputa mediática por determinar quiénes habían sido los autores del atentado y si habían contado o no con la ayuda de la banda terrorista vasca ETA.

Coincidiendo con la postura que en su día mantuvo José María Aznar, el Partido Popular ha seguido sosteniendo durante estos tres años la posibilidad de que ETA haya prestado colaboración a los islamistas que perpetraron el ataque. Dos medios de comunicación afines al PP han llevado la voz cantante en esta particular ofensiva: el diario El Mundo y la radio de la Conferencia Episcopal, la cadena COPE.

Ríos de tinta y miles de horas de programas radiofónicos han intentado convencer al público de que el gobierno de Rodríguez Zapatero no ha permitido explorar esta vía de la investigación porque ello le quitaría legitimidad al triunfo electoral obtenido por los socialistas sólo tres días después del 11-M. El PSOE se ha defendido siempre señalando que el PP sangra todavía por la herida y busca indicios de la participación de ETA donde no los hay, para ocultar la responsabilidad del gobierno de Aznar por su participación en la ilegítima invasión a Irak.

Uno de los periodistas de El Mundo que estuvo a cargo del tema, Joaquín Manzo, entrevistado por Página/12, afirma que todavía hoy “hay cabos sueltos de los que la fiscalía y el juez de instrucción no han tirado lo suficiente” y apunta al corazón de la trama: “la mochila que no estalló” y el verdadero origen de los explosivos que se utilizaron en la masacre.

La famosa “mochila” es en realidad una bolsa de deportes encontrada por la policía pocas horas después del ataque en uno de los trenes. Fue confundida con un objeto perteneciente a una de las víctimas y llevada a una comisaría del barrio madrileño de Vallecas. El sonido de un teléfono celular alertó minutos después a los agentes, que al abrir el bolso se encontraron con una bomba que no había explotado. La bolsa contenía 10 kilos de Goma 2 de la marca ECO, un explosivo fabricado en España para la industria minera. El material es idéntico al hallado unas horas después del ataque en una furgoneta Renault Kangoo de la que varios vecinos vieron salir a varios hombres cargados con bolsas que luego dejaron en el interior de los trenes. Los explosivos aún conservaban la marca de fabricación, por lo que no fue difícil para la policía llegar luego hasta el hombre que a cambio de drogas se los había vendido a los islamistas: Emilio Suárez Trashorras (ver nota principal).

“Hay muchas dudas sobre el origen de esa prueba”, sostiene Manzo “y posteriormente han aparecido indicios de que no todos los explosivos hallados coinciden, como por ejemplo el dinitrotolueno encontrado en las últimas pericias judiciales, que no se usa en la fabricación de Goma 2 ECO”. Es por esa razón, afirma el periodista de El Mundo “que nosotros no tenemos la certeza, pero tampoco cerramos la puerta a la posibilidad de que haya sido ETA, como sí hace El País, que descarta la hipótesis de plano”. En El País no quieren entrar en la disputa y han rechazado hablar de este tema. “Nosotros nos limitamos a informar y no entramos en campañas mediáticas”, afirmó a este diario uno de sus responsables de la sección Política, que prefirió el anonimato.

Desde la cadena COPE han sido aún más radicales. Su periodista estrella, Federico Jiménez Losantos, no sólo ha servido de frontón de rebote para las teorías de El Mundo sino que ha llegado incluso a vincular el atentado con una maniobra de los servicios secretos marroquíes en connivencia con Francia y otro par de teorías peregrinas sin mayor asidero.

Pero, ¿qué motivos podría tener ETA para participar en un atentado islámico que quitaría toda legitimidad ante sus propias bases? “Les interesaba un cambio de gobierno”, afirma Manzo sin mucha convicción, al igual que lo ha hecho infinidad de veces el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez. La opinión pública, por ahora, ha dado la espalda a las teorías conspirativas. Sólo el 29 por ciento de la población, según recientes sondeos, cree en ellas.

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