EL MUNDO • SUBNOTA
Las imágenes parecían salidas de una telenovela. Después de seis años de estar preso por lavado de dinero, el día finalmente había llegado. El ex gobernador de Quintana Roo Mario Villanueva era liberado ante las cámaras. El dirigente mexicano no podía ni quería disimular su alegría. Todo iba según lo planeado hasta que un grupo de agentes federales aparecieron y lo volvieron a esposar. “¡Me están secuestrando! ¡Me están secuestrando!”, gritó el ex gobernador, ante la mirada atónita de los periodistas. Villanueva siempre se definió como un perseguido político, pero esta vez no era la Justicia mexicana la que lo demandaba, sino un tribunal de Nueva York, por dieciséis cargos de narcotráfico. Ahora debe esperar una probable extradición.
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