EL MUNDO • SUBNOTA › CONFERENCIA DEL AUTOR DE “UN MUNDO INCIERTO”
“Vivir en un mundo posnorteamericano.” Esa fue la premisa que intentó imprimir el intelectual estadounidense Immanuel Wallerstein ante un auditorio plagado de jóvenes estudiantes en una conferencia que dio el lunes pasado en el centro porteño. Para el reconocido crítico del imperialismo norteamericano y férreo opositor de la actual guerra en Irak, los años dorados de la expansión estadounidense llegaron a su fin y sólo queda esperar el declive definitivo de la superpotencia y la emergencia de nuevos polos de poder, como China, la Unión Europea, Japón, India y, si el Mercosur se consolida y extiende, América del Sur.
Wallerstein fue muy categórico. Desde Richard Nixon hasta Bill Clinton, todos los presidentes norteamericanos intentaron dilatar lo que él considera, desde hace ya varios años, inevitable. “El poderío de Estados Unidos terminará”, sentenció una y otra vez el veterano pensador. El problema con que se encontraron los siempre optimistas estadounidenses, aseguró entre sonrisas, es un presidente como George Bush que, en vez de seguir la tradición de sus antecesores, apretó el acelerador hasta el fondo y convirtió lo que era un declive paulatino en una “caída estrepitosa”. “Ya no hay vuelta atrás”, aseguró, refiriéndose tanto al inmediato fracaso en Irak como a la desaparición a largo plazo del mundo unipolar, que Estados Unidos supo construir desde la posguerra.
Este mundo está decayendo y prueba de ello, sostuvo el veterano intelectual de izquierda, es que los neoconservadores del gobierno de Bush no han podido “reubicar” a los contestatarios países europeos y a los países islámicos moderados. Wa-shington se ha ganado la enemistad de la gran mayoría del mundo musulmán y no ha logrado subordinar a la OTAN en su aventura en Irak. Esos fracasos son parte esencial del argumento de Wallerstein. “Esto no habría sucedido hace treinta años”, advirtió. Para el sociólogo, muchas potencias, e inclusive regiones enteras como América latina, comienzan a sentirse más seguras y a actuar con una relativa independencia a medida que la superpotencia no puede ya esconder sus puntos débiles.
Seguro del desenlace de esta historia, Wallerstein se animó a pronosticar cómo será el debate político en Washington en los próximos años. La estrategia del presidente Bush es patear el problema iraquí a la próxima administración, dijo con un castellano casi porteño. Será el futuro gobierno demócrata, continuó, el que tendrá que tomar la única decisión que queda: “¿Cómo nos vamos de este lío?”. “Por supuesto, Bush estará allí para acusarlos de traidores”, dijo riendo. La cuestión, destacó, será ver cómo los demócratas –tradicionalmente catalogados por los republicanos como débiles en lo militar– hacen para quedar bien parados. Eso, ni él lo pudo contestar.
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