EL MUNDO • SUBNOTA
En campaña para las primarias del jueves, Hillary pidió a Musharraf una investigación sobre la muerte de Bhutto. Su rival demócrata, Obama, llamó a condicionar la ayuda militar y el republicano Giuliani subrayó que hay que seguir con la ofensiva antiterrorista.
De cara a las primarias del jueves 3 de enero, los precandidatos agitan el fantasma del terrorismo tras la muerte de la amiga americana Benazir Bhutto. Aunque los acontecimientos en el extranjero pueden parecer lejanos para los votantes del estado de Iowa (centro-norte), donde comienzan las elecciones internas, son un campo minado para los aspirantes a la presidencia de EE.UU. Así, la violencia en Pakistán obligó a demócratas y republicanos a echar una mirada al estallido de una crisis en el exterior.
El mismo día del atentado, la favorita demócrata Hillary Clinton habló emotivamente de su amistad con Benazir Bhutto, pero fue cuidadosa de no despertar críticas de que era una oportunista por traer el tema de su muerte a la campaña poco después del ataque. Pero ayer llamó públicamente al presidente paquistaní, Pervez Musharraf, a aceptar una investigación independiente de los recientes sucesos. “Lo estoy llamando, primero, a aceptar una investigación independiente de la muerte de Benazir Bhutto. Lo estoy llamando a sostener elecciones libres y justas con observadores internacionales”, declaró Clinton a la cadena ABC.
Su rival demócrata Barack Obama dijo a la NBC que a Musharraf no se le debe dar “un cheque en blanco” y que “se condicione la ayuda militar no relacionada con el terrorismo a que sostenga elecciones abiertas, para que haya más legitimidad y menos sentimientos antiamericanos en Pakistán”. Otro demócrata en liza, John Edwards, que se comunicó por teléfono con Musharraf tras el atentado para urgirlo a responder con calma, se mostró con ello como un hombre con fácil acceso a los pináculos del poder.
En tanto, si el emergente republicano Mike Huckabee termina perdiendo, los hechos posteriores a la muerte de Bhutto serán vistos como el momento en que quedaron en evidencia lo que sus críticos califican como pobres credenciales en política exterior. Primero, Huckabee sugirió que la ley marcial estaba en vigencia en Pakistán, pese a que había sido levantada días antes. Y luego recitó una lista de prominentes diplomáticos estadounidenses que supuestamente lo asesoraban, y que según informes negaron el vínculo.
El también republicano John McCain, héroe de Vietnam y veterano en asuntos de política exterior, fue capaz de hablar con autoridad sobre Musharraf, Bhutto y la política de Pakistán luego del atentado, reflejando sus años involucrado en crisis políticas extranjeras como senador. “Creo que (Musharraf) hizo casi todo lo que queríamos que hiciera (...) Quiero que le exijamos avanzar con el proceso democrático. Y creo que puede hacerlo”, dijo McCain a la ABC. El ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, aprovechó la oportunidad para regresar a los titulares, luego de que su campaña basada en su firme liderazgo tras los ataques de 2001 pareciera zozobrar en las últimas semanas. Giuliani calificó el atentado como un “acontecimiento terrible, horrible y trágico”, luego de alegar que éste mostraba la necesidad de mantenerse “en la ofensiva” en la “guerra de los terroristas contra nosotros”.
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