Lun 21.01.2008

EL MUNDO • SUBNOTA

“Es un peón del imperio, que favorece que nos agredan”

Las críticas de funcionarios norteamericanos a Venezuela provocaron la ira del presidente Hugo Chávez. Primero lo acusaron de ser una amenaza para la región y, luego, de facilitador del narcotráfico. En respuesta, Chávez fustigó ayer a Washington, pero también al presidente Alvaro Uribe, de Colombia, por considerarlo un mafioso y “triste peón” de Estados Unidos. “Vienen aquí a agredirme, lo acusan a uno de narcotraficante y eso lo están repitiendo por todo el mundo; pero, bueno, así es la vida y uno que anda luchando por la paz lo acusan de que es una amenaza”, señaló el mandatario venezolano en su programa televisivo Aló presidente. En momentos de tensión diplomática con Bogotá, el líder bolivariano anunció ayer que militarizará la frontera con Colombia para evitar el contrabando.

Fue John Walters, director de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos, el encargado de arrojar el sábado una nueva acusación contra Chávez desde Bogotá, donde se reunió con Uribe. “Está convirtiéndose en un importante facilitador del tráfico de cocaína hacia Europa y otras regiones del hemisferio”, dijo el zar antidrogas. El viernes había sido el jefe del ejército, Michael Mullen, también desde Colombia, quien había lanzado la primera descarga contra Caracas al mostrar preocupación por su presunto armamentismo y rol “desestabilizador”.

Pero el silencio del Palacio Miraflores se interrumpió repentinamente ayer cuando Chávez encaró la ofensiva exterior desde las trincheras de su programa semanal de TV. “Un alto funcionario de Estados Unidos dijo que soy narcotraficante, como parte de una campaña de nivel internacional contra Venezuela, contra la revolución y contra el pueblo venezolano”, comentó. “Anteayer vino otro, un militar de Estados Unidos, el jefe de las fuerzas armadas imperiales, también desde Bogotá, a agredir a Venezuela y a agredirme a mí en lo personal, diciendo que yo soy un peligro para América latina por el armamentismo”, agregó el mandatario.

Enseguida, Chávez cuestionó la política exterior de la Casa Blanca. “Es curioso –dijo– que funcionarios estadounidenses me acusen, mientras su gobierno está bombardeando a Irak y tiene bombas atómicas que han acabado a medio mundo.” Las declaraciones de Walters son una de las acusaciones más fuertes proferidas por Estados Unidos contra la política antinarcóticos de Venezuela desde que Chávez expulsara del país a la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) en 2005, luego de denunciar que sus agentes se dedicaban al espionaje político. Actualmente, Caracas comparte con Colombia una frontera de 2200 kilómetros, y por su posición geográfica en el Caribe se lo considera el puerto de embarque de un cuarto de la cocaína colombiana, según Washington.

El contraataque del mandatario venezolano no se limitó a golpear a Estados Unidos sino que también incluyó a Colombia entre sus blancos, uno de los principales aliados de Washington en Latinoamérica y la base de lanzamiento desde donde los visitantes norteamericanos denunciaron durante el fin de semana a Chávez. “Esto es propiciado por el gobierno de Colombia, no es que los gringos vengan ahí. No, no. Es que los invitan, y los ponen para que nos ataquen”, señaló.

Luego de leer durante su programa una carta de agradecimiento enviada en diciembre por rehenes colombianos en manos de las FARC, Chávez defenestró a su homólogo colombiano. “Sirve para ser jefe de una mafia. Indigno el gobierno de Colombia, indigno el presidente de Colombia. Lo vuelvo acusar al presidente de ser un mero y triste peón del imperio norteamericano para actuar contra los pueblos de América latina”, dijo. “Da tristeza porque manda a otros que hablen por él; y ahora Uribe, para más vergüenza, llamó al general de este gringo. ¡Triste peón del imperio! Así quedarás en la historia. ¡No merece ser presidente de Colombia! ¡Cobarde! ¡Mentiroso!”, exclamó.

En la misma jornada, Chávez advirtió que si es necesario enviará al ejército a la frontera con Colombia para evitar el contrabando de productos venezolanos. La preocupación de Chávez apunta a evitar la salida ilegal del país de productos necesarios para la actividad agrícola y el consumo, en momentos que hay desabastecimiento de ciertos bienes en Caracas.

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