EL MUNDO • SUBNOTA
Luiz Inácio Lula da Silva dio ayer el segundo grito de independencia de Brasil. Siguiendo el ejemplo del emperador Pedro I en Ipiranga en 1822, el presidente festejó la liberación del país, esta vez de las presiones de los organismos internacionales de crédito. Lula anunció formalmente que las reservas del Banco Central superaron la deuda externa del país, por lo que Brasilia pasaría a ser un acreedor externo. “Ahora podemos transitar por el mundo con la cabeza erguida. Queremos ser respetados como nación y en nuestra soberanía. Nosotros decidimos lo que queremos, cuándo y cómo hacer las cosas. Es importante destacar que hay mucha gente opinando. En estos últimos años los analistas económicos se dieron contra la pared dando pronósticos”, aseguró. Lula aprovechó el buen momento para criticar a uno de los referentes del actual sistema financiero, el Fondo Monetario Internacional, con quien saldó su deuda el año pasado. “El FMI tenía 15.900 millones de dólares depositados en la cuenta de Brasil con una espada en la cabeza del gobierno. Era como no tener independencia. Lo que hicimos fue preparar el segundo grito de libertad y le dijimos que no los necesitábamos, que tomaran el dinero y chau y bendición”, señaló.
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