Mié 11.09.2002

EL PAíS  › OPINION

Que se vengan todos

Por Claudio Altamirano

Revuelven basura, golpean puertas, cirujean para tener pan, se agolpan en comedores barriales, piden repetir otro plazo en las escuelas. Niños y niñas con hambre, padres sin trabajo, familias desintegradas por la desesperación. El creciente fastidio y malestar de la sociedad con la clase dirigente se justifica cuando un chico/a deja de ir a la escuela para mendigar o juntar cartones para aportar a la sobrevivencia familiar. “Que se vayan todos” sintetiza el hartazgo a tanta injusticia, a tanta corrupción generalizada, a la creciente falta de oportunidades. Nuestros jóvenes emigran. En silencio, dolidos, nos preguntamos: ¿Qué mañana les esperaría si decidieran quedarse? La desesperanza agobia.
Sin embargo, como docentes, mantenemos un firme compromiso: hacer de la escuela un lugar para la esperanza, un espacio público para el cambio y la transformación... “¿Qué palabras te llevarías en tu valija para construir un mundo y un hombre nuevo?” “Esperanza, amor, compañerismo, vida, democracia, solidaridad, libertad, justicia, imaginación, conocimientos, salud, alimentos, vivienda, educación, escuela, maestros, coraje, compromiso, trabajo, bondad...”, expresan nuestros alumnos. Viven en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores, son parte de la fría estadística que refleja la pobreza y la exclusión social. ¿Son utópicos? ¿Cómo estar a la altura de sus expectativas? ¿Qué rol debemos asumir en este contexto?
Se vuelve imperativo generar propuestas que hagan visible la violencia producida por un modelo perverso de exclusión social.
Es un desafío, como docentes, tomar iniciativas tendientes a articular con la ciudadanía tareas solidarias que constituyan una nueva forma de convivencia humana; proponer acciones concretas que lleven respuestas válidas, allí donde la necesidad no se haya constituido en un derecho favoreciendo la toma de conciencia de las injusticias sociales.
Este es el sustento de un proyecto creado por nuestra comunidad educativa: “la red de convergencia ciudadana”, que para el 21 de setiembre lanza la campaña: “Ningún niño/a con hambre”. Ese día, con harina y agua, amasaremos las letras de todas las palabras soñadas por nuestros niños y niñas y las convertiremos en pan. Pan que falta en la mesa de nuestros alumnos, pan que se amasa entre todos, como el futuro.
Queremos que se vengan todos, todos los que no se resignan, los que luchan, los que quieran construir un país donde haya trabajo, educación, salud, vivienda, justicia, porque ellos, con sus sueños, nos reclaman que no perdamos la capacidad de asombro, de indignación y de compromiso.

* Maestro.

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