Dom 20.01.2002

EL PAíS

Para Ruckauf, la cancillería tiene derecho a remarcar los precios

Todos los trámites de revalidación de documentos que realiza Relaciones Exteriores aumentaron un 40 por ciento. Exactamente lo que subió el dólar oficial y las importaciones superfluas.

› Por Maximiliano Montenegro

El presidente Duhalde está obsesionado por evitar que comerciantes y empresarios trasladen directamente a sus precios la suba del dólar. Sin embargo, Página/12 pudo comprobar que el propio gobierno ya empezó a ajustar el precio de sus servicios por la suba -.oficial, claro-. del dólar. Antes de lunes 8 de enero, realizar una certificación de un documento en la Cancillería para quienes inician los trámites para radicarse en el extranjero costaba 30 pesos. Desde esa fecha, la tarifa se elevó a 42 pesos. Justo 40 por ciento más, exactamente el aumento del dólar por el tipo de cambio oficial (1,40). “Aumentaron los precios por la devaluación”, explicó, de muy buen modo, un funcionario administrativo del ministerio, como si se tratara de un empleado de un comercio de Once, cuyo patrón decidió no perder terreno frente al dólar. Mientras el canciller Carlos Ruckauf sigue sonriendo ante sus pares extranjeros, en el moderno edificio de Arenales y Esmeralda nadie recibió la orden de la pesificación de tarifas, que emana de la propia ley de Emergencia Económica, y atienden al público con sus precios dolarizados.
En el primer subsuelo de Arenales 819, sede del nuevo edificio de la Cancillería, atiende la Unidad de Coordinación de Legales de esa cartera. Allí se dirigen diariamente cientos de argentinos que deben certificar la autenticidad de sus documentos (partidas de nacimiento, libreta de matrimonio, certificado de buena conducta, certificado de estudios, etc.), para luego presentarlos ante un gobierno extranjero para iniciar los trámites de radicación temporaria o definitiva en otro país.
Para validar cada documento, la Cancillería cobra una tarifa, que fue ajustada convenientemente por la cotización oficial del dólar de acuerdo al siguiente detalle:
u Certificación de documentos para presentar ante EE.UU., la Comunidad Europea y algunos países de América Central: antes de la devaluación el trámite costaba 30 pesos.
u Certificación de documento para presentar ante las embajadas de Uruguay, Brasil y Chile, con las que existe un convenio especial: antes de la devaluación, el trámite costaba 10 pesos. Después de la deva, el precio subió a 14 pesos.
En ambos casos, el ajuste es de exactamente el 40 por ciento, lo que aumento el dólar por el tipo de cambio oficial. Sólo los comerciantes de algunos electrodomésticos y productos electrónicos importados se animaron a subir tanto sus precios, porque el resto, con tal de mantener un mínimo nivel de ventas prefirió comerse parte de la devaluación.
Pero, claro, la demanda de un trámite ante el Estado es lo que los economistas llaman una demanda “inelástica”: como responde a una necesidad, por más que el oferente del servicio eleve el precio, el comprador sigue demandándolo. Y como las ventas no caen la misma proporción que la suba del precio, al vendedor obtendrá más ganancia. Si un empresario privado no aumentara el precio en una situación así un economista ortodoxo diría que no estaría actuando como un buen capitalista. Si el Estado no aumentara sus tarifas en una situación así, cualquiera diría que estaría actuando como un Estado. Vale aclarar que los precios listados anteriormente son por cada trámite. Así, suponiendo un matrimonio con dos hijos que realice por lo menos dos certificaciones por persona –partida de nacimiento y antecedentes penales o estudios– el costo total del paso por la Cancillería ascendería a 336 pesos frente a los 240 pesos que salía antes de la devaluación.
–Hasta hace unos días los trámites de certificación costaban mucho más baratos, ¿qué pasó?–preguntó Página/12 a un empleado de informes de la Cancillería.
–Aumentaron por la devaluación –confirmó el administrativo, en un tono muy cortés.
–¿Pero ustedes me imagino que siguen cobrando los sueldos en pesos? –insistió este diario.
–Sí, claro. Nosotros cobramos los sueldos en pesos...
–Entonces, ¿por qué la Cancillería aumenta los precios en dólares?
–Los precios siempre estuvieron puestos en pesos. Pero para los trámites ante Europa y Estados Unidos, hay que ponerle la apostilla (sic) de La Haya. Por ahí los aumentan porque eso es importado, ensayó una explicación el funcionario. “Para el caso de los países limítrofes no tengo idea”, se sinceró.
Después de tanto viajes al exterior en pocos días, tal vez el canciller Ruckauf haya perdido la noción de que Argentina atraviesa un delicado proceso de “pesificación” de su economía. Al menos, ésa es toda la apuesta del gobierno de Duhalde: que los argentinos se olviden de la cotización del dólar y realicen sus actividades económicas cotidianas utilizando el peso como la moneda de referencia. Sin embargo, ¿cómo cambiar la idiosincrasia de la dolarización que prende entre los argentinos si hasta el propio Estado argentino ajusta inmediatamente sus precios por el dólar?

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