EL PAíS › HOY SE CONOCE EL FALLO EN EL PRIMER JUICIO INICIADO POR UNA NIETA RESTITUIDA
El Tribunal Oral Federal Nº 5 dará a conocer la condena a los apropiadores de María Eugenia Sampallo Barragán. La querella y la fiscalía pidieron 25 años de prisión para el capitán retirado Berthier y el ex matrimonio de Osvaldo Rivas y María Cristina Gómez Pinto.
› Por Laura Vales
El Tribunal Oral Federal Nº 5 dará a conocer hoy la sentencia en el juicio por la apropiación de María Eugenia Sampallo Barragán. Los acusados son el capitán retirado del Ejército Enrique Berthier y el ex matrimonio formado por Osvaldo Rivas y María Cristina Gómez Pinto: el militar fue quien entregó a María Eugenia a la pareja, que la crió como si fuera propia. La joven recuperó la identidad en 2001 y es la primera nieta restituida en querellar a sus apropiadores.
Ayer en los tribunales de Comodoro Py se realizó la última audiencia del proceso, en la que el fiscal Félix Croux formuló su réplica. Croux pidió al tribunal que “cambie el rumbo” y condene con mayores penas los casos de robos de bebés. “La Justicia ha sido muy piadosa”, dijo, al plantear la tendencia de los jueces a encontrar atenuantes para quienes se apropiaron de hijos de desaparecidos.
El primero de estos juicios fue el caso de Martín D’Elía, en 1998, cuando la Justicia condenó a la apropiadora Marta Elvira Leira a tres años en suspenso. En el juicio por Claudia Victoria Poblete, Ceferino Landa recibió una sentencia de 9 años y medio de prisión, mientras que su esposa Mercedes Moreira recibió cinco años y medio. El ex subcomisario Samuel Miara tuvo una pena de doce años por los mellizos Matías y Gonzalo Reggiardo Tolosa, aun cuando el represor se había fugado a Paraguay. Para el ex agente de la SIDE Eduardo Ruffo la condena fue de seis años y medio y su esposa fue eximida por la apropiación de Carla Rutilo Artés.
En este proceso, tanto la querella como la fiscalía han pedido el máximo de la pena posible: 25 años de prisión. Los tres imputados están acusados por los delitos de retención y ocultamiento de una menor de diez años, alteración del estado civil y falsedad ideológica de documento público. Los acusadores han señalado, además, que los delitos que se les imputan a los procesados son de lesa humanidad.
María Eugenia es hija de Mirta Barragán y Leonardo Sampallo, secuestrados por la dictadura en diciembre de 1977. Mirta estaba embarazada de seis meses; la llevaron al centro clandestino de detención Club Atlético y luego a El Banco, de donde la sacaron en febrero del ’78 para que diera a luz. Se cree que María Eugenia nació en el Hospital Militar. El capitán Berthier la entregó en mayo del ’78 a Osvaldo Rivas quien, usando un certificado de parto falso expedido por el médico militar Julio César Cáceres Monié, la inscribió como propia.
Los apropiadores le revelaron a María Eugenia, cuando tenía siete años, que no era su hija, pero le ocultaron su origen, dándole diferentes versiones sobre su filiación. Le dijeron que era hija de un matrimonio muerto en un accidente de tránsito, luego de que su madre había sido una empleada doméstica de la casa de los padres de Rivas o una azafata que vivía en Europa. Durante el proceso judicial, ella contó los malos tratos que sufrió durante su infancia, especialmente de parte de su apropiadora. La joven se reencontró con su abuela en 2001; supo así que su familia la había buscado durante veinticuatro años. Uno de los argumentos en los que hizo eje la querella fue que los apropiadores la privaron de esos vínculos.
Los abogados de los acusados han pedido su absolución. Sostienen que los delitos prescribieron y han tratado de mostrar a Rivas y Gómez Pinto como una pareja que le dio a María Eugenia lo que no hubiera tenido. En el alegato dijeron que “recibió todas las vacunas” y “estudió idiomas”. La joven ha pedido a los medios que no llamen “padres adoptivos” a los apropiadores. “La pregunta es si una persona que robó a un recién nacido, que le ocultó que fue robado, que tal vez secuestró y torturó a sus padres, que lo separó de su familia a conciencia puede saber y sentir qué es el amor filial. Yo respondo que no, que el vínculo con este tipo de personas queda determinado por la crueldad y la perversión.”
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