El Gobierno retomará el diálogo con las cuatro cámaras que reúnen a los productores agropecuarios a comienzos de la semana que viene, entre lunes o martes. Así lo informó anoche a Página/12 un alto funcionario de la Casa Rosada. “Conviene esperar unos días a que decanten las cosas porque todavía hoy estamos escuchando declaraciones altisonantes”, señaló la fuente.

La idea del Gobierno de enfriar el tema en parte tiene que ver con la necesidad de que los ánimos estén calmos del todo para sentarse a hablar con serenidad de los planteos que hacen los ruralistas y buscar fórmulas de consenso. Pero también busca escaparle al show mediático que podría haberse montado si esas reuniones hubieran tenido lugar en forma inmediata a la suspensión del lockout.

De todos modos, ayer, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, mantuvo contactos con algunos representantes de las entidades para ir dándoles forma a los temas de la agenda que abordarán. El propio Fernández junto al ministro de Economía, Martín Lousteau, serán los que encabecen al menos el primer tramo de las conversaciones, acompañados por el secretario de Agricultura, Javier De Urquiza, y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Cuando los trazos gruesos del acuerdo estén resueltos, la letra chica quedará en manos de los técnicos. De hecho el lunes se firmará el decreto con las medidas anunciadas para pequeños productores, algunas de las cuales ya se están poniendo en marcha.

Algunos de los ruralistas dieron ayer claras señales de distensión. Por ejemplo, el dirigente de Coninagro Carlos Garetto –uno de los que participaron de la extensa reunión del viernes pasado en la Casa de Gobierno– remarcó su confianza en un acuerdo y tiró una fórmula para la negociación que quizá no le cierre al Gobierno, pero que da cuenta de las predisposiciones. “La salida puede andar por aumentar el porcentaje en las retenciones fijas, pero quitarles la movilidad porque nos anula el mercado a futuro y la planificación de embarques”, señaló.

Otro que tendió puentes fue el vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Néstor Roulet, quien dijo ser “muy optimista” sobre las chances de alcanzar un acuerdo con el Gobierno. “La predisposición del jefe de Gabinete a tomar de nuevo la bandera del diálogo es un buen mensaje”, agregó. Ante una pregunta de los periodistas que creían que con esa definición dejaba afuera a Lousteau o a De Urquiza como interlocutores, Roulet se apuró a aclarar: “Indiscutiblemente se pueden lograr cosas con el ministro de Economía y el secretario de Agricultura”.

Es que ayer volvieron a circular rumores sobre el alejamiento de Lousteau, desmentidos con un “es ridículo” por altas fuentes del Gobierno. Para quienes analizan habitualmente los procesos de toma de decisiones de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, es impensable que se desprenda de un ministro en estas circunstancias.

Otra versión que se echó a correr ayer fue que el diputado Felipe Solá sería designado como secretario de Agricultura. El rumor, también desmentido en forma rotunda por fuentes del Gobierno, señalaba que esa sería una señal de acercamiento con las cámaras agropecuarias. Solá ya fue secretario de Agricultura durante el Gobierno de Carlos Menem.

Ayer la Presidenta, en un acto por el saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo realizado en el microestadio del club Lanús, volvió a referirse indirectamente al tema del conflicto con el sector agropecuario: señaló debe “saber elegir las medidas que llevan a distribuir el ingreso para hacer un país más justo, más equitativo y más solidario”.