EL PAíS › SARKOZY LE AGRADECIó A LA PRESIDENTA LA COLABORACIóN EN EL CASO BETANCOURT Y LE ANUNCIó SU VISITA EN 2009
Cristina Kirchner y Nicolas Sarkozy almorzaron ayer en el Palacio del Elíseo. El presidente francés reconoció el compromiso de su par argentina para la liberación de Ingrid Betancourt. “Magnífica”, calificó la Presidenta la reunión.
› Por Daniel Miguez
Desde París
Se percibía claramente una distendida satisfacción en la delegación argentina luego del encuentro que Cristina Fernández de Kirchner tuvo ayer al mediodía en el Palacio del Elíseo con el presidente francés, Nicolás Sarkozy. A la misma Presidenta se la notó contenta cuando dijo “magnífica”, al responderles a los periodistas que a la salida le preguntaron cómo había sido la reunión. E inmediatamente reveló que Sarkozy se comprometió a visitar la Argentina el año que viene. También le agradeció su colaboración para lograr la liberación de Ingrid Betancourt.
“Tengo el compromiso de Sarkozy de que visitará la Argentina en los primeros meses de 2009”, informó la Presidenta. En el breve contacto con la prensa antes de subirse al auto que la llevaría de regreso al hotel, agregó que vio en Sarkozy “un interés manifiesto en profundizar los vínculos con la Argentina” y que calificó al encuentro como un relanzamiento de los vínculos entre los dos países: “Sirvió para relanzar estas excelentes relaciones actuales e históricas entre Francia y Argentina”.
En el almuerzo, que duró una hora, Sarkozy le agradeció a la Presidenta la colaboración que está prestando para lograr la liberación de Betancourt, secuestrada por las FARC en Colombia y, según las versiones que circulan, con un deteriorado estado de salud. Buena parte de la charla lo consumió esa cuestión. “El pueblo de Francia valora mucho que usted haya participado de la marcha por la liberación de Ingrid”, le dijo Sarkozy. Y resaltó –y volvió a decirlo para que no quedaran dudas– que él considera totalmente necesaria y valiosa la intervención del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, para lograr la libertad no sólo de ella sino de otros rehenes en manos de la guerrilla colombiana.
Después Sarkozy le recordó el encuentro que habían tenido en febrero de 2007, cuando ninguno de los dos era presidente y que en aquella ocasión él le había dicho que si ganaba las elecciones visitaría la Argentina. La Presidenta aprovechó entonces para invitarlo. El jefe de Estado francés, para alegría de CFK y quienes la acompañaban, dijo que iría acompañado de industriales de su país, a quienes, según dejó entrever, todavía le cuesta convencerlos de lo conveniente que es ir a producir a la Argentina. Dijo que para que una industria francesa invierta en la Argentina hacen falta tres condiciones: crecimiento, estabilidad y democracia, y que Argentina hoy tiene esos tres atributos. La Presidenta le había dado pie, al decirle que el país está esperando inversiones de Francia y no sólo en el rubro servicios como en la década del noventa.
Al retomar la palabra, Sarkozy dijo que Francia podría invertir en el desarrollo ferroviario de la Argentina, no sólo con el tren bala que unirá Buenos Aires con Rosario y Córdoba, financiado por capitales franceses (ver página 2), sino también en el caso de que avancen proyectos para trenes de alta velocidad a Mar del Plata y Mendoza. Y no sólo eso: también hacer aportes en energía nuclear, especialmente en las Centrales Atómicas de Tercera Generación, para lo que Francia ofertó tecnología y capacitación.
Al contar que llevaría industriales, el presidente francés también dijo que en su visita quería ir a ver la marcha de las obras para el tren de alta velocidad a Córdoba. Y con la simpatía que demostró en la reunión –según coincidieron en describirlo quienes participaron del almuerzo– dijo que cuando vaya a la Argentina quiere salir a cabalgar. En otra ocasión Sarkozy ya había comentado que su hijo Jean fue en 2006 de vacaciones a la Argentina y regresó fascinado.
El presidente francés tenía todos los números de la Argentina en su cabeza y dijo estar asombrado por el acelerado crecimiento de la economía y la recuperación después de la crisis de diciembre de 2001. Y felicitó a la Presidenta por eso e hizo extensivo el elogio a Néstor Kirchner.
En una mesa con doce comensales sólo comieron los diez que escuchaban callados. En cambio, los presidentes hablaron todo el tiempo, tomaron sólo agua y casi no probaron la entrada de verduras, ni el pollo con papas rellenas ni el postre. Sentados frente a frente a una mesa oval, los presidentes estaban rodeados por cinco funcionarios de cada país. El canciller Jorge Taiana, el ministro de Planificación, Julio De Vido; el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, y los jefes de los bloques oficialistas en el Senado y Diputados, Miguel Pichetto, y Agustín Rossi, por Argentina. El canciller Bernard Kouchner, su esposa Cristine Ockrant, el consejero para Relaciones Exteriores del Sarkozy (un canciller en las sombras, según lo definen aquí), Jean Davis Levitte y el director para las Américas de la Cancillería y cuñado de Betancourt, Daniel Parfait, por Francia. De todos ellos, los únicos que metieron bocadillos fuero Kouchner y De Vido para aportarle algún dato técnico a sus respectivos presidentes.
Avanzada la charla y al volver al tema Betancourt, Sarkozy elogió profusamente la política de derechos humanos del gobierno argentino, “que derogó las leyes de Punto Final y los indultos”, detalló.
Otro tramo extenso de la conversación fue a raíz de un tema que sacó Cristina Kirchner: la necesidad de privilegiar la multilateralidad en las relaciones internacionales. Sarkozy dijo que a pesar de tener una muy buena relación con los Estados Unidos, estaba totalmente de acuerdo. Y también coincidió cuando la Presidenta expresó que creía necesario que hubiera un aggiornamiento en los organismos multilaterales. Sarkozy avanzó más: “Creo que el Consejo de Seguridad de la ONU debería haber un representante de América latina, uno de Asia y uno de Africa”. CFK le respondió que Argentina tenía la posición de que esa silla en la ONU debía ser rotativa. Y Sarkozy le dijo: “Eso lo debe resolver cada continente”. Esa respuesta del presidente francés fue valorada por la comitiva argentina, porque tiempo atrás pareció haber hecho gestos a favor de la posición histórica de Brasil que pugna por ocupar el asiento por Latinoamérica de manera permanente.
Antes de terminar el almuerzo, Sarkozy pidió tener una comunicación más fluida y permanente. “Que nuestros cancilleres y nosotros mismos tengamos el teléfono abierto”, propuso. Obviamente, Cristina Kirchner estuvo de acuerdo. “Me gustaría que podamos asociarnos para que Argentina represente los intereses de Francia en América latina y que Francia represente los de Argentina en Europa”, fue la llamativa frase final que quedó resonando en los oídos de los argentinos en esa mesa.
Terminada la comida, ambos presidentes tuvieron una reunión a solas por 15 minutos en un salón contiguo, con la traductora de Sarkozy como único testigo. Como en el almuerzo no se mencionó el tema, probablemente esa haya sido una ocasión para que la Presidenta le pidiera a su par francés ayuda para refinanciar la deuda con el Club de París, que es de 6200 millones de dólares. Argentina quisiera pagarla en 10 años y a una tasa menor al 7 por ciento. Con todo, Taiana aseguró luego que la deuda argentina en el Club de París no había sido tema de discusión.
Después del almuerzo en el Palacio del Eliseo, la Presidenta se encontró con el primer ministro francés, François Fillon, en el edificio donde es su residencia y despacho llamado Hotel Matignon. La acompañaron Taiana, De Vido y Zannini. Allí se repasó en buena medida la misma agenda de temas que conversaron con Sarkozy. Uno de ellos, la inversión de capitales franceses en los trenes de alta velocidad. Fillon, según fuentes de la Cancillería, propuso que sean “muchos más fuertes las relaciones económicas y comerciales entre los dos países, porque nosotros vemos un gran potencial en la Argentina”.
En un día cargado de actividades –a la mañana había ido a inaugurar la plaza Madres y Abuelas de Plaza de Mayo junto al Sena (ver página 2)–, la Presidenta siguió viaje a la sede de la Unesco, donde se reunió con el director general, Koichiro Matsuura, y dio breve discurso (ver recuadro).
A la noche recibió a la modelo Naoemi Campbell y luego emprendió el regreso a Buenos Aires. Según se la pudo ver rumbo al aeropuerto Charles De Gaulle, volvía cansada pero contenta, en notorio contrapunto con lo que había padecido en la Argentina en los días que precedieron su viaje a Francia.
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