EL PAíS
› REPORTAJE AL GOBERNADOR KIRCHNER
“Se está priorizando a los bancos sobre la gente”
El mandatario santacruceño dice que fallaron los controles del BCRA, que el corralito se armó para salvar a algunos bancos y que Duhalde debe animarse a patear el tablero. Su rol de opositor. La Corte. Las petroleras.
› Por Sergio Moreno
Néstor Kirchner, además de gobernador de Santa Cruz, fue uno de los pocos mandatarios que se mantuvo junto a Eduardo Duhalde durante la aciaga campaña presidencial de 1999. Hay quien vio nacer entre ambos un acuerdo político-estratégico, reflejado en una relación que perduró durante los breves años del gobierno delarruista. Pero, tras la caída de Adolfo Rodríguez Saá y la entronización del bonaerense, Kirchner tomó otro camino. Hoy se dirige públicamente a su amigo como “el doctor Duhalde”. Su voz es la única que se alza con carga crítica desde el peronismo (si exceptuamos a las intencionadas diatribas de Carlos Menem) y, ante el silencio del ARI, de la dirigencia de los partidos mayoritarios. “Tengo la autoridad moral y la obligación de decir lo que pienso”, justifica el santacruceño, que no esconde su apoyo a la política social de Chiche Duhalde ni a los programas de contención laboral del Gobierno. En este reportaje, Kirchner explica qué piensa y por qué critica.
–¿Está de acuerdo en la forma en que el Gobierno ha encarado la resolución del corralito financiero?
–Para empezar, no se debería haber hecho ningún corralito. El sistema financiero tenía, supuestamente, una serie de controles, de seguridad, empezando por el Banco Central. Cavallo y De la Rúa impusieron el corralito para salvar algunos bancos privados y algunos bancos oficiales que están muy mal administrados: es el caso del Banco Nación, del Banco Provincia de Buenos Aires y algunos otros. En referencia al Nación, me extraña que después de la mala administración que tuvo lo siga administrando el mismo que lo hizo durante la gestión De la Rúa.
–¿Qué debería haber hecho, a su entender, el Gobierno?
–Un gobierno en serio debería haber hecho funcionar el sistema de seguridad y que los bancos que se habían insolventado caigan. Si hay que hacer una ley determinada para recuperar a la banca oficial, que se haga, pero no generar ahora una reforma de la carta orgánica del BCRA, donde dice que habrá redescuentos a los bancos por una vez y media de su patrimonio sin tasa fijada ni tiempos para ser devueltos. Así se vuelve a hacer una gran transferencia de ingresos al sector financiero, se prioriza la salvación del sistema financiero por sobre la situación de la gente. Por más que yo quiero creer en la buena fe de las palabras del doctor Duhalde, se vuelve a priorizar la continuidad de una relación de resguardo del sector financiero.
–El Gobierno sostiene que resguarda a los bancos porque si se caen la gente pierde sus ahorros...
–Es un absurdo, porque el sistema financiero no puede pagar y la gente no tiene la plata. Ese dinero lo va a tener que pagar el Estado porque fue el Estado, a través del Banco Central, quien no hizo los controles necesarios. No se puede mantener un sistema financiero que es insolvente, ineficiente, que tiene muy poca claridad en cuanto a quién le ha prestado –a mí me gustaría saber cómo y a quién prestó–, con la coartada de no perjudicar a la gente. Con esa excusa se sigue manteniendo a banqueros que debieran ser investigados. Hay que terminar con esto de banqueros ricos y bancos pobres.
–¿Usted qué hubiese hecho?
–Levantar el corralito y que el sistema funcione, que siga su curso natural.
–De esa forma hubiesen quebrado varios bancos.
–Obviamente. ¿Para qué queremos bancos ineficientes, que han vivido a costa de la gente, con tasas usurarias? ¿Queremos cambiar las cosas o queremos mantener un sistema donde hay una transferencia de ingresos espectacular? Se prestaba a las provincias al 30 o 40 por ciento y se tomaba al siete u seis o cuatro por ciento. ¿Dónde está esa plata que ganaron con las provincias, dónde fue a parar ese dinero?–Tomemos su hipótesis de levantar el corralito y que quiebren varios bancos. ¿Este gobierno hubiese podido sobrevivir al descontento que habría generado esa situación en los ahorristas perjudicados?
–¿Pero no se han caído bancos en todo este tiempo? Sí, y los ahorristas no recuperaron sus depósitos porque no se ejercieron los controles necesarios. Debemos refundar el sistema financiero. O seguimos con este insólito corralito, que existe sólo en este país, único en el mundo, o sinceramos la cosas. Acá se hubiese generado una absorción de estos bancos que se caían por banco más fuertes. Hay quien dice que esa absorción la hubiesen hecho bancos extranjeros. Pues bien, saquemos una ley para fortalecer la banca oficial, averigüemos por qué tiene los problemas que tienen. Yo quiero saber por qué fueron tan mal administrados los bancos oficiales, dónde se fue esa plata, que también es de la gente. Si queremos un esquema diferente, hay que patear los tarros de una vez por todas, si no, no vamos a llegar a construir la verdad, la justicia y la recuperación de los fondos. Si el Banco Central no cumplió, debería ser responsable. Acá se le está cargando el costo de todo esto a quienes no son responsables de esta crisis. Coincido con lo que ha dicho el doctor Duhalde sobre terminar la alianza con el sector financiero. El lo dijo para refundar un nuevo sistema financiero; bueno, que no tenga miedo, que lo haga.
–¿El Gobierno tiene espaldas para soportar ese enfrentamiento?
–Hay que dar la pelea. Hay que construir poder político. Todo el poder político que dice que hace el doctor Duhalde hablando con todos los sectores, con la Concertación a través de la Iglesia. El gobierno del doctor Duhalde nace de un acuerdo con las fuerzas políticas más importantes, con el doctor Alfonsín. Yo no estuve de acuerdo con este tipo de acercamiento, yo hubiese votado para obtener un gobierno realmente fuerte, con poder político. Todas esas fuerzas confluyeron en una salida que no era la que yo pensaba, porque los acuerdos entre corporaciones no abarcan hoy a toda la sociedad. Hoy está naciendo, gracias a dios, una nueva forma que es el ciudadano, que tiene una independencia absoluta. De ahí sale el poder político. Estamos en un punto de ruptura. Acá se habla de la Corte Suprema; es un tema fácil de resolver: hay que juntar a las autoridades de los bloques del Congreso, juntar los elementos que hay e iniciar los juicios políticos que hagan falta si es que hay elementos. Con el sistema financiero hay que hacer lo mismo, hay que tomar determinaciones, hay que tener decisión y coraje.
–¿Cuánto hace que no habla con Duhalde?
–...Hablé hace dos o tres días...
–Tengo la sensación de que la suya es la voz más crítica que hoy se alza en la política argentina. Usted, que estuvo muy cerca a Duhalde en su momento, ¿por qué está tan crítico?
–Yo tengo afectos con Eduardo Duhalde, pero no acuerdos políticos. He disentido en la forma en que se construyó su llegada al poder. Yo no hubiera hecho un nuevo pacto, que lo denominen de Olivos, de San Vicente, de Lomas de Zamora o de la casa de Alfonsín. No creo en los pactos de la dirigencia tradicional; creo que tiene que nacer una nueva dirigencia política, nuevos métodos, nuevos manejos, sabiendo que estamos en un punto de ruptura y que tenemos que trabajar para que aparezca una alternativa absolutamente renovada en todas sus expresiones en la Argentina. Por otra parte, creo que hay un acierto en las políticas sociales y de contención laboral para la coyuntura. Yo estoy de acuerdo con un seguro de desempleo, igual que el que propone el Frenapo, pero en la coyuntura me parece correcto lo que está implementando la señora de Duhalde, yo la apoyo. Creo que por fin, después de mucho mucho tiempo, el plan de la señora de Duhalde es un salto en calidad en relación a todo lo hecho hasta ahora. Yo no estoy en una tarea de oposición, estoy tratando de ayudar. Lo que ocurre es que la dirigencia argentina pasa del enfrentamiento total a una total concupiscencia. Creo que ayudo mucho más diciendo lo que pienso, yayudo a recrear lo que pasa en la sociedad y en la gente. La gente no está pensando lo que piensa esta dirigencia que pactó; la gente no se siente representada por esta dirigencia. Quiero entender la buena voluntad del doctor Duhalde cuando dice que quiere hacer un gobierno de salvación nacional; pero ojo, no hay que hacer un gobierno de salvación dirigencial. Parece que hay una dirigencia que ha arreglado para ver si se pueden salvar. Yo los veo a Olivera y a Jaunarena en el Gobierno y pienso que a estos los echó la gente con las cacerolas. Y me pregunto ¿cómo a estos mismos que fracasaron con Ruckauf, con De la Rúa, con Alfonsín pueden ser las figuras salvadoras del tiempo que viene? Yo tengo la obligación de decir todas esas cosas.
–¿Por qué no asumió como jefe de Gabinete?
–Porque creo que en la Argentina la palabra tiene que volver a valer, y yo había dicho que debíamos ir a elecciones para elegir el presidente. No podía aceptar. No voy a poner piedras para que la transición pueda funcionar. Pero para eso debe funcionar el sistema democrático, plural. Si hablo y digo lo que pienso es para ayudar, no para desestabilizar a nadie. Lo digo con la autoridad moral de haber sido el único gobernador que durante mucho tiempo acompañó en soledad a Duhalde en su candidatura para la Presidencia. Muchas de estas cosas las he hablado con Duhalde y el coincidía conmigo. Si él expresa que hay que terminar la alianza con el sector financiero, que la termine. Y no es que yo tenga una posición extrema. Le digo a Duhalde que se anime a construir una nueva Argentina.
–¿No está de acuerdo don la devaluación?
–No creo que el cambio fijo sea la salida para el dólar. Coincido con la postura de Terragno de salir mediante una canasta de monedas entre el dólar, el euro y el real. No es bueno que esté en manos de un funcionario devaluar o no devaluar.
–¿Y con las retenciones petroleras?
–Estoy de acuerdo. Ahora, cada punto de retención son 35 millones de dólares, ¿por qué eso va a estar en manos de un funcionario? Que decida el Congreso. Hay que hacer cristalina a la retención.
–Convengamos que el Congreso no se ha caracterizado por su transparencia, y que las petroleras son lo económicamente poderosas como para convencer con rapidez a más de diez legisladores.
–Entonces que el Ejecutivo diga qué porcentaje de retención quiere, que lo transmita a la sociedad y se acabó la presión. Pero si queda en manos de un funcionario, y baja uno o dos puntos en la retención, a 35 millones el punto, uno puede pensar mal.