EL PAíS › EN ENTRE RíOS, UNA MARCHA MULTITUDINARIA EXIGIó LA RELOCALIZACIóN DE BOTNIA
Los manifestantes responsabilizaron a Tabaré Vázquez “de lo que ocurra” y pronosticaron que la pastera generará “enfermedad y muerte”. Criticaron “la insuficiencia de las acciones” del Gobierno.
› Por Laura Vales
Desde Gualeguaychú
Había amanecido con sol, pero cerca de las 13 comenzó a llover y ya no paró en todo el día. La marcha al puente internacional San Martín quedó este año pasada por agua. Es la cuarta movilización anual que se realiza para reclamar la relocalización de Botnia, y volvió a ser multitudinaria; los organizadores estimaron en 80 mil el número de personas que se reunieron en el lomo del puente mientras en la orilla uruguaya, al otro lado del río, la planta de celulosa se exhibía en plena actividad, echando un humo blanco y espeso.
Los vecinos leyeron una proclama en la que responsabilizaron a Tabaré Vázquez “de lo que ocurra de aquí en adelante”, y auguraron que la pastera dejará finalmente sólo “enfermedad y muerte”. Hubo también una dura crítica al gobierno nacional, al que cuestionaron “la insuficiencia de sus acciones”.
Este es un momento difícil para la asamblea. El reclamo contra Botnia entró en una meseta desde que la planta empezó a funcionar; a medida que pasan los meses –ya van seis con la planta operando– su presencia se naturaliza para el resto del país: no hubo una catástrofe ambiental, el corte de ruta instalado en Arroyo Verde desde hace un año y medio dejó de ser un escándalo porque turistas y camiones se acostumbraron a pasar por los cruces de Colón o el de Concordia, y la relación con el gobierno nacional es de frialdad. En esta situación, mantener audible el reclamo se hace cuesta arriba.
La movilización de ayer volvió a reunir a mucha familia que llegó al puente con su auto y sus chicos, la típica clase media de la ciudad que fue históricamente el motor del reclamo. La novedad, esta vez, fue que hubo colectivos desde el corsódromo para que los que no tienen auto pudieran ir. “Se ha hecho más popular”, definió Julia, una enfermera de un centro de salud que contó que por primera vez participaba de una de estas marchas. En el puente se vio el hiperabundante packaging de la protesta, pines de “decimos basta” en las mochilas de las chicas, calcomanías de “yo estuve” en los autos, chalecos de “acá estoy otra vez” y hasta perros con remeras contra Botnia.
El doctor Hugo Gorla, director del hospital local, dijo a Página/12 que las consultas médicas tuvieron un pico cuando Botnia empezó a producir. Después bajaron y, en la actualidad, no están recibiendo pacientes por afecciones vinculadas con el funcionamiento de la megaplanta. Pero es evidente que entre los habitantes de la ciudad el gran fantasma es que la contaminación se detecte cuando ya sea un daño avanzado e irreversible. En el puente, si se preguntaba por qué habían ido a la marcha, la mayoría de la gente terminaba usando las palabras “miedo” y “cáncer”.
“A medida que te vas informando, te va dando más miedo –dijo Julia. Contó que no participaba mucho en las acciones de la asamblea hasta que fue a una charla en la municipalidad con un grupo de especialistas que llegó de Buenos Aires por el tema del Riachuelo–. Explicaron cómo la contaminación genera dioxinas y furanos que atraviesan la cadena alimentaria y se acumulan en el cuerpo. Estaba alejada hasta que los escuché.”
La proclama redactada por los asambleístas arrancó desde ahí, con la denuncia contra Botnia y Finlandia: “Amparándose en la bandera del progreso, viene a engañarnos con una empresa que es pan para algunos hoy y enfermedad, muerte y destrucción para todos mañana”, señalaron.
Las críticas al Gobierno apuntaron a que la Casa Rosada tome medidas para impedir que Botnia compre insumos en la Argentina. La asamblea expresó que responsabiliza “al Gobierno nacional K por la insuficiencia de sus acciones, porque mientras que los finlandeses genocidas se desplazan cómodamente buscando negocios para la compra de madera en nuestra cuenca, con el único fin de enriquecerse a costa de contaminarnos, ocasionándonos muerte y destrucción, no se toman medidas concretas”.
“Exigimos a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner –agregaron– que aplique de manera urgente el Código Aduanero, para que Botnia no se abastezca de materia prima en la Argentina. La única solución que aceptamos, la única que garantizará la paz social, es el retiro de Botnia de la cuenca de nuestro río.”
También repudiaron a Tabaré Vázquez porque, “pese a sus discursos progresistas nuestros hermanos uruguayos no pueden expresarse en su propio territorio por la censura”. Por otra parte, la asamblea denunció que “ya existen uruguayos y argentinos intoxicados por Botnia, sin que todavía la fábrica haya comenzado con los niveles de producción que anuncia”.
Por el humo de la quema de los pastizales se quedaron varados en Zárate muchos de los que quisieron llegar a la marcha desde Buenos Aires, ya que apenas unos pocos vehículos que cruzaron a media mañana lograron pasar.
Otros que tuvieron problemas para llegar fueron los uruguayos que se sumaron a la movilización, y al hacer los trámites de aduana en la frontera se toparon con que la burocracia era diez veces más quisquillosa que cualquier otro día. En general, los únicos que pudieron llegar sin problemas fueron los manifestantes del interior de la provincia. Hubo una delegación numerosa de Colón y micros de casi todas las ciudades aledañas.
La lluvia los obligó a terminar antes de lo previsto. Resguardándose del agua en una provisional carpa junto a los galpones oxidados de la cabecera del puente (con la ruta de acceso cortada hace un año y medio, la aduana argentina es un grupo de edificios abandonados), los locutores del acto invitaron a la desconcentración. Junto a ellos estaba el grupo que inició los reclamos contra Botnia. En este puente, hicieron la primera acción en el 2003, cuando cruzaron a Fray Bentos y le llevaron un petitorio al intendente. Al año siguiente organizaron la primera marcha al puente aunque sin ser muchos, reunieron a lo sumo unas cuatro mil personas. En el 2005 la movilización saltó a 30 mil. Ese número, inédito en la Argentina para un reclamo ambiental, instaló el conflicto en la agenda nacional.
¿Cómo dieron el salto? Osvaldo Moussou dice que venían “con dos años de trabajo en el tema. La gran cosa es que fuimos a las escuelas. Dimos charlas en todos los colegios y los chicos fueron trayendo a los padres”. En el 2005, la primera marcha masiva incluyó un abrazo sobre el río: un encuentro con mil quinientos uruguayos que llegaron al lomo del puente con su columna desde Fray Bentos, aunque fue la última vez que pudieron organizarlo. A partir de entonces la expansión de la protesta al otro lado de la frontera se hizo cada vez más difícil, pronto fue evidente que Botnia tenía el respaldo de los uruguayos y los pocos fraybentinos que se oponían quedaron aislados. Ahora, los que rechazan al modelo pastero son mayormente de Montevideo o de la zona de Colonia y la de Mercedes, pero no de Fray Bentos. En el lado argentino, en cambio, aquel único encuentro disparó la historia que se conoce: el pequeño grupo de autoconvocados contra las papeleras se disolvió para dar lugar al movimiento que desde entonces hace dos asambleas por semana. Aquella marcha inicial se hizo un 30 de octubre y la renuevan todos los fines de abril, con una nueva ida al puente.
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