Sáb 21.09.2002

EL PAíS  › ATACARON A TIROS DE ITAKA LA CASA DE ESTELA CARLOTTO

Como en tiempos de la dictadura

En la madrugada, varios desconocidos dispararon con Itaka contra la casa de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, que estaba durmiendo. Nadie los vio. Huyeron. Las armas son las que usan los organismos de seguridad. Hubo un aluvión de repudios para el gravísimo atentado, pero ninguno del gobierno nacional.

“Si hubiese tenido el impulso de salir de mi dormitorio cuando escuché los tiros, me hubieran dado en la cabeza.” La explicación que la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, repitió ante los medios no es exagerada: en el living de su casa de City Bell todavía pueden verse las marcas del ataque del que fue víctima en la madrugada de ayer, cuando desconocidos dispararon contra su domicilio. Los agresores no dejaron ningún indicio concreto sobre el motivo del atentado, pero Carlotto lo relacionó de inmediato con la denuncia sobre las prácticas de “terror” de la Policía Bonaerense que el miércoles pasado realizó junto a representantes de otros organismos de derechos humanos. El ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Juan Pablo Cafiero, calificó el hecho como un “atentado político” y las primeras pericias del caso confirmaron que los disparos contra la casa de Carlotto fueron hechos con armas del tipo de las que suelen usar las fuerzas de seguridad. El ataque fue repudiado por gran parte de la dirigencia política y de las asociaciones de derechos humanos, cosa que en cambio no hizo ningún funcionario del gobierno nacional.
“Al principio me costaba creer (que fuera) un atentado contra mi vida; después más tranquila pensé que los disparos podrían haber llegado a mi pecho y me puse más preocupada cuando me enteré que eran armas de guerra”, contó Carlotto. El ataque tuvo lugar a eso de las cuatro de la mañana y la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo salvó su vida por milagro porque a pesar de la hora estaba despierta, ya que un rato antes se había levantado para ir al baño y había caminado por el lugar donde impactaron los disparos.
Carlotto vive desde hace muchísimos años en la calle 21, entre 526 y 526 bis de la localidad platense de City Bell. Al escuchar los disparos varios vecinos salieron a la calle, pero no llegaron a ver a los atacantes. En un principio se pensó que habrían disparado desde un automóvil, aunque las pericias indicaron otra cosa: en total se realizaron cuatro disparos con dos Itakas diferentes desde dos puntos fijos cercanos a la fachada de la casa. Las Itakas, como explicó el titular de la Jefatura Departamental de la Bonaerense de La Plata, Carlos Belén, quien estuvo a cargo de las primeras investigaciones del caso, son armas que suelen “usar las fuerzas de seguridad”.
La huellas del ataque pueden verse en distintos lugares de la casa. “Quedaron cápsulas servidas en el garaje y perdigonazos de plomo por toda la casa, algunos a la altura de una persona”, precisó Carlotto y agregó que “lo que me conmueve es que la cápsula que apareció en el garaje es la misma que tenía mi hija Laura en su cráneo cuando fue exhumado su cuerpo. Cuando las vi, me dije: son los mismos, aunque pasaron 25 años”. La hija de Carlotto desapareció durante la dictadura; al momento de su secuestro estaba embarazada y distintos testigos afirman que mientras estaba en cautiverio dio a luz un niño.
Apenas enterado del atentado, Cafiero visitó a Carlotto en su casa y lo mismo hizo al mediodía el gobernador Felipe Solá, quien le asignó una custodia de la policía provincial. Por el domicilio de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo pasaron dirigentes de organismos de derechos humanos y de distintos partidos políticos para manifestarle su apoyo y repudiar el ataque, como el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, y el intendente de La Plata, Julio Alak.
Otros la acompañaron por la tarde en la sede de la Comisión Provincial de la Memoria –que justamente preside Carlotto– durante la conferencia de prensa que ofreció para contar lo sucedido y donde todos reclamaron el esclarecimiento de la agresión. Allí también se hizo presente Cafiero y, entre otros, estuvieron representantes de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, los legisladores Alfredo Bravo, Elisa Carrió, Luis D’Elía, Eduardo Sigal, Alejandro Mosquera y Luis Zamora y los dirigentes de la CTA Víctor De Gennaro, Marta Maffei y Hugo Yasky. Cafiero afirmó que el ataque fue un “atentado político que ha tenido un mensaje vinculado a lo que ella representa” y consideró que “la voluntad manifiesta de quienes lo han protagonizado es generar una situación de temor en la sociedad para que ésta baje los brazos y esto no va a suceder porque la sociedad tiene mucha conciencia y está movilizada atrás de sus objetivos y no va renunciar a ninguna de sus conquistas de democracia, por más que estos grupos hayan vuelto a atacar nuevamente”. Si bien Cafiero aclaró entonces que “se pueden abrir muchas conjeturas sobre los responsables de este hecho y sus motivaciones y aún es muy temprano para saber qué buscaban los autores”, admitió también que “como horas antes Carlotto, como presidente de la Comisión Provincial de la Memoria, había entregado a la Suprema Corte (de Justicia bonaerense) un documento denunciando prácticas de terrorismo de Estado y tortura dentro de la policía, surgió espontáneamente ese nexo” como móvil de la agresión.
El documento ahora en poder de la Suprema Corte bonaerense fue entregado apenas 48 horas antes del atentado contra la casa de Carlotto y apuntaba directamente con la Policía Bonaerense. “El gatillo fácil, las ejecuciones con sello policial, la proliferación de la tortura y del hacinamiento carcelario, constituyen prácticas de terror”, se señaló en ese texto, que destacaba además que esas acciones “son llevadas a cabo por agentes del estado que recuerdan métodos que caracterizan la dictadura de 1976-1983”. Entre los firmantes del documento figura el viceministro de Seguridad provincial, Marcelo Sain (ver asimismo recuadro aparte).
La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo también vinculó el ataque con esa denuncia. “Es una respuesta directa al documento”, declaró y remarcó que “quienes tienen la seguridad nos devuelven esto cuando decimos algo que no les gusta”. Carlotto recordó también que “hemos tenido amenazas pequeñas y distintos amedrentamientos a la sede de Abuelas, pero este es un ataque de muerte hacia mi persona” y subrayó que “esto no lo pasé ni en la dictadura. Nunca me balearon el frente de mi casa o quisieron matarme”.

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