EL PAíS
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Alerta rojo
› Por Luis Bruschtein
Además del evidente mensaje mafioso, en el contexto de crisis el atentado a Estela Carlotto puede ser el síntoma del inicio de una etapa donde la represión asuma nuevas características. Ya no es solamente la represión salvaje en el lugar de la protesta, sino que van a buscar a la casa a los referentes de esa protesta. Ya no serían solamente allanamientos furtivos mal disfrazados de robos grotescos. El mensaje no fue: “Te estamos vigilando”, como en otras ocasiones, sino: “Te podemos matar”.
También puede tratarse de un grupo aislado que se sienta amenazado por una denuncia muy específica y por lo tanto sin características que permitan generalizarlo como el anuncio de una tendencia. O inclusive, podría ser una maniobra para crear confusión y desestabilizar a otro sector en la interna de poder bonaerense política o policial, en cuyo caso, la elección del domicilio de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo obedecería principalmente a la fuerte repercusión.
Con la cuestión de los atentados a las torres, todo el mundo sabe que Estados Unidos tiene varios tipos progresivos de estado de alerta: amarillo, anaranjado y rojo. Cualquier hipótesis que se pueda barajar para tratar de entender el atentado a Estela Carlotto incluye el cambio en el contenido del mensaje. Ya no es “te estamos vigilando” sino “te podemos matar”. El llamado de alerta en la sociedad está subiendo al rojo.
Cualquier hipótesis que se haga, cualquier enfoque con que se aborde, tiene que coincidir en que no se trata de un atentado más. Los argentinos somos expertos en atentados, en los cambios perversos y a veces sutiles de las formas represivas. Se podría hacer un cuadro sinóptico de las formas que han ido adoptando en cada situación.
Ese cuadro imaginario mostraría con claridad que el 19 y 20 de diciembre del año pasado se produjo uno de esos cambios. Que se reprodujo el 26 de junio, aunque esta vez no fue en respuesta a una gran movilización espontánea, sino antes de que se produjera. El ametrallamiento de la casa de Estela Carlotto es otro salto en esa modalidad.
No se trata de hacer previsiones apocalípticas ni denuncias desmesuradas. Pero en otras situaciones no se tuvieron en cuenta o se minimizaron estos primeros síntomas de descomposición y cuando se quiso reaccionar ya era demasiado tarde. Es difícil saber cuál es el poder que tienen los sectores que protagonizan o alientan estos atentados pero la historia demuestra que es mejor reaccionar a tiempo y sin distinción de partidos o ideologías. Esta gente es enemiga de la gran mayoría de los argentinos.
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