Prisión perpetua. Igual que la querella, el fiscal Félix Crous solicitó al Tribunal Oral Federal 5 que aplique la pena máxima contra los imputados en la Masacre de Fátima, como se conoce a la ejecución de 30 personas antes secuestradas en la Superintendencia de Seguridad Federal. Tras un prolijo relato de hechos y pruebas, que incluyó la descripción exhaustiva de la estructura formal y clandestina que convivía en Moreno 1417, Crous desbarató las coartadas de los ex policías Juan Carlos Lapuyole, Carlos Gallone y Miguel Angel Timarchi y pidió que se los condene como coautores de treinta privaciones ilegales de la libertad y otros tantos homicidios calificados. La acusación excedió a los verdugos. “Contaron con la connivencia y en otros casos la tolerancia del Poder Judicial”, explicó. Medio año después de la masacre la Justicia sobreseyó la causa sin siquiera informar a las familias de los tres identificados. Recién en 1982 supieron que no estaban desaparecidos. Crous incluyó a Gallone y Timarchi dentro de “la elite de las brigadas”, caracterizadas por “el descontrol y la furia”. Recordó que según su rol en las capturas “se arrogaban la propiedad” de los cautivos. La tortura fue “a escalas impensables” e incluyó “la práctica generalizada de la violación”. La noche del traslado los tres “dieron órdenes y supervisaron el procedimiento”. “El cuadro probatorio es irrefutable”, concluyó Crous, secundado por un ejército de mujeres. Timarchi escuchó sin pestañear. Gallone refunfuñó varias veces. Lapuyole alternó atención y sueños. La silla de ruedas lo tranquiliza: está preso en su casa. El juicio continuará el 24 con la réplica de la defensa de Gallone a cargo de Adrián Tellas, miembro del estudio de José María Orgeira, defensor de Roberto Viola en el Juicio a las Juntas.