Mié 25.09.2002

EL PAíS  › LAS DESOPILANTES EXPLICACIONES DE DUHALDE SOBRE CARLOTTO

“Yo me enteré recién el domingo”

El Presidente dijo que supo del atentado dos días después, en Pinamar. No consideró la noticia como “muy, muy urgente”.

› Por Martín Granovsky

Es grave pensar que un Presidente puede mentir con algo tan serio como el atentado a Estela Carlotto. Por eso no queda más remedio que creer en la palabra de Eduardo Duhalde. Ayer dijo que no llamó de inmediato a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo porque se enteró de los escopetazos recién el domingo. El atentado fue el viernes de madrugada. Es decir que a Duhalde las informaciones importantes le llegan dos días después.
Conviene reproducir completa la mención que Duhalde dedicó al episodio en el programa radial de Nancy Pazos, porque sin duda pasará a la historia:
–¿Usted dice que lo de Carlotto fue un tiro por elevación a Solá? -preguntó Pazos.
–No a Solá en particular como persona, pero yo creo que tiene que ver con eso –dijo Duhalde–. Yo me enteré el domingo que había sucedido esto, no el sábado, porque estaba con mi esposa y sin teléfono ni nada. A veces nos tomamos un día y nos tratamos de aislar. Yo me enteré el domingo cuando recibí Clarín. Y traté de hablarle en ese momento (a Carlotto), pero tenía la casilla llena de su teléfono. Después Chiche le garabateó una carta y dejó un mensaje telefónico. Pero realmente es una mujer muy valiente, un ejemplo para la sociedad.
Aclaración necesaria: el Presidente podría haberse enterado el mismo viernes de madrugada del atentado, por información que acercara el mismo Gobierno. Página/12 averiguó ayer si Carlotto dispone de un celular con contestador habilitado. Directamente no tiene celular. Pero en su casa de La Plata tampoco hay un contestador de Telefónica, y menos un contestador electrónico. Conclusión uno: es imposible que la casilla se llene, porque no hay casilla. Conclusión dos: la mujer del Presidente tiene más suerte que el Presidente, porque ella sí pudo dejar un mensaje.
Duhalde trató de dar una imagen bien casera, pero esa imagen está muy lejos de la realidad. Un Presidente puede no tener brillo ni poder ni consenso. Lo que sí tiene es un perfecto aparato de comunicaciones, logística y ceremonial capaz de contactarse con cualquier persona en el mundo entero y ponerla al habla con el jefe de Estado.
Hay una sola forma de que Duhalde no haya usado ese tremendo aparato para comunicarse con Carlotto: que no haya querido hacerlo. En cuanto a por qué no se enteró antes, no se sabe si es mejor desconfiar del Presidente o creerle. Pero afortunadamente el propio Duhalde es tan fecundo en ardides –para usar el modo en que Homero hablaba de Ulises– como generoso en pistas.
–¿Así que se toma como 24 horas sabáticas, desconectando el teléfono? –preguntó Pazos.
–Sí, a veces tratamos... Por supuesto que (uno) siempre está a mano si hay algo muy, muy urgente, ¿no?
Como quedó claro, no fueron 24 horas sabáticas sino 48, las que transcurrieron desde la madrugada del viernes hasta la mañana del domingo, cuando Duhalde se sorprendió con el diario. Lo más interesante, sin embargo, es enterarse de que el atentado contra Estela Carlotto no integra la categoría de las cosas muy, muy urgentes del Presidente.
En otras palabras:
- Duhalde estuvo 48 horas desconectado, pero se supone que alguien de su equipo debe calibrar cuando algo es urgente en el nivel muy muy.
- El hecho de que un grupo comando dispare con Itakas contra el frente de una de las dirigentes de derechos humanos más importantes del mundo no fue considerado urgente muy muy por nadie cercano a Duhalde.
- Por lo visto el Presidente no reprendió a nadie por esa omisión, una benevolencia natural porque él mismo le quitó la categoría de urgente muy muy a los balazos contra Carlotto en La Plata, la misma ciudad desde donde gobernó durante diez años.
La falta de llamado presidencial a la presidenta de Abuelas es un dato que sorprende desde lo humano, porque los presidentes suelen solidarizarsecuando una personalidad trascendente es agredida. También sorprende desde la más fría astucia política: para decirlo en términos bien horribles, llamar por teléfono no cuesta nada y un presidente queda como un tipo sensible ante el dolor. Pero más allá de la sorpresa, la clave política más importante de la incomunicación voluntaria de Duhalde es que el Presidente no le dio la relevancia correcta al atentado contra Carlotto. De hecho lo minimizó, aunque paradójicamente interpretó los escopetazos como “tiros por elevación para generar un estado de conmoción, sobre todo en la provincia”. Si así y todo al Presidente no le preocupa el estado de conmoción, habrá que conjeturar que es porque piensa quizás que solo será conmovido el gobernador Felipe Solá y no él. Pero también esa actitud equivale a una minimización absurda. Absurda y, lo peor, peligrosa: aunque no se sabe quién disparó contra Estela Carlotto, es fácil darse cuenta de que los tiradores se deben sentir, hoy, más envalentonados que el viernes de madrugada. Al Presidente de la Nación no le preocupó lo que hicieron. Ni siquiera distrajo su descanso en Pinamar.

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