EL PAíS › DOS REFLEXIONES ABORDAN DIFERENTES ASPECTOS DEL CONFLICTO RURAL
Los fondos que están en juego en la disputa por la renta agraria y su relación con las suspicacias sobre la votación en el Congreso. El avance de la desertificación y el monocultivo en Argentina, hacia “una agricultura sin agricultores”.
Eduardo de la Serna *
Hace unas semanas, a raíz de su tema “Cacerola de teflón”, Ignacio Copani no sólo fue criticado y amenazado, sino que además muchos le preguntaron cuánto le había pagado el Gobierno para hacer ese tema... Quienes “piensan que la señora Presidenta de mi país me paga por verso, recital u opinión, simplemente están expresando su propia escala de valores y asumiendo que ellos mismos podrían torcer sus convicciones a un precio determinado. Yo no”, decía Ignacio.
Hace también unas semanas, el mismísimo ex presidente de la FIFA, Joao Havelange, reconoció que hubo mundiales comprados y se refería a los jugados en los países “serios” como Inglaterra y Alemania; aunque dijo que eso no había ocurrido en el Mundial ‘78. Sin embargo, los trabajos sobre los 30 años de aquel momento reviven una y otra vez las dudas sobre varios partidos y su utilización política por la dictadura genocida: no sólo el famoso partido con Perú, y la licitud de dos goles contra Holanda, sino el penal cobrado contra Francia, para poner ejemplos. Por no aludir a los campeonatos de fútbol de Italia, partidos de tenis y la relación con las apuestas, el ciclismo, automovilismo, y el dinero en juego en las Olimpíadas; pero “por suerte” nada de eso pasa en los inmaculados torneos locales bajo la atenta mirada de Don Julio.
En la reciente ceremonia de entrega de los premios televisivos Martín Fierro, algunos hablaron de compras o tráfico de influencias. Dejemos de lado la estrecha relación con el dinero que representa que se premie el rating y no la calidad, como es evidente, pero se sospecha que el canal que transmite tiene asegurados algunos premios y que la presencia de “ilustres figuras” que levanta el “minuto a minuto”, a su vez, les garantizará algún premio. ¿Por eso se organizó un miércoles, cuando no se emite Bailando por un sueño?
Pero profundizando el tema, yendo a cosas más serias y graves, la idea vuelve a ponerse sobre el tapete con la reciente liberación de Ingrid Betancourt, que particularmente hemos celebrado y festejado. Se dice que alguien habría pagado 20 millones de dólares por esta cinematográfica liberación. Tengo la sospecha de que la noticia alcanzó resonancia porque para el Primer Mundo pareciera imposible que un ejército latinoamericano haga un operativo de inteligencia aparentemente preciso, limpio y excelente. Como sólo saben hacerlo el Mossad o la CIA (que en la “Operación Entebe” los rescatistas de Israel hayan matado a 13 terroristas, 33 soldados ugandeses y algunos rehenes son, como se sabe, “daños colaterales”; para no hablar de Guantánamo...). Acá, sólo dos guerrilleros capturados, y vivos, y todos los rehenes rescatados sin heridas; demasiado bien hecho para ser latinoamericano, parecen decir. Pero no niego que muchas cosas me quedan sin “cerrar”: (*) no sólo el estado de los rehenes, y en especial de Ingrid, que no parecía “recién salida de la selva”; (*) por otro lado, que no aparecieran en ningún momento los tres yanquis (que, por supuesto, nosotros desconocemos que sean de la inteligencia de su país), sino que fueran directamente a casa de quien nos USA sin pasar por cámaras (¿se los vio a estos tres en el video del momento en que les comunican en el avión que son libres?) ni bajar del helicóptero; (*) el operativo hace pensar que las FARC son demasiado tontas, en especial quienes estaban a cargo de la custodia de sus “joyas”, y es poco serio reconocer como tontos a quienes se han mantenido 40 años como actores principales en el conflicto más extenso de América; (*) y personalmente lo que más “ruido” me hizo es que tanto el general en jefe del ejército como el ministro de Defensa digan claramente que se han “infiltrado en el secretariado de las FARC”. ¿Cuál es el sentido de decir esto? ¿Alertarlos? ¿No era más razonable no decir nada y aprovechar semejante infiltración para seguir debilitando a las organizaciones guerrilleras? No le encuentro lógica a esa información. Y como tengo presente que Uribe va por la rereelección, y el tema “seguridad democrática” es su carta de triunfo, que está en medio de un conflicto con la Corte Suprema que afirma que la reforma que permitió la reelección fue obtenida por medios ilegales (la Yidispolítica, la llaman), que muchos amigos y parientes del presidente están estrechamente ligados a lo que han llamado la “parapolítica”, por las relaciones con los paramilitares (y que en una perfecta teoría de los dos demonios, Uribe quiere contrastar con la “FARC-política”). Pero, por otro lado, creo que el ejército necesita que siga existiendo la guerra interna, y lo necesitan también los yanquis en pleno intento de que se apruebe el TLC con Colombia, y una guerrilla debilitada, con jefes muertos, computadoras indestructibles, manos cortadas para cobrar recompensas, etc... todo invita a sospechar que la liberación de Ingrid tuvo demasiado de “timming político uribista”, con una ayudita de sus amigos. Y si en eso conviene dar unos dólares a las FARC para que “vivan un tiempo más”, a cambio de un canje, no suena insensato. Como no es insensato sospechar cosas del 11 de septiembre, por ejemplo.
Y llegamos al tema final. Se votaron las retenciones como el Gobierno había pedido. Y muchos dijeron, otros insinuaron, que el Gobierno había “pagado” semejante votación. Ya desde la “ley Banelco” es una sospecha constante, y lamentablemente es justo sospechar. Personalmente, creo que hay sectores del Gobierno que son capaces de eso. No lo dudo. Pero también creo lo mismo, que esa misma capacidad o posibilidad la tienen los sectores económicamente concentrados del campo. En todo esto había dinero en juego, mucho dinero; de eso se trataba el tema. Y no es de extrañar que ese “poderoso caballero” motive e incentive manos levantadas para un proyecto o para el otro. La Sociedad Rural o la CRA, que han despreciado sistemáticamente la democracia y alentado golpes militares de antaño para imponer sus planes económicos, ha felicitado hace 31 años que un conspicuo miembro de la Rural se ocupara de ejecutar dichos planes, el cual provocó un genocidio vital y otro genocidio económico todavía no desarticulado, llamado neoliberalismo. ¿No hay un espacio entero en la Rural llamado “Martínez de Hoz”? No es fácil saber si hubo dinero o no, y de qué lado, o de ambos. Para peor, este momento ha llevado a una terrible tensión donde todo vale para desacreditar al que no piensa como nosotros y, entonces, “es evidente que ellos” pusieron plata. En este sentido, salvo excepciones, me parece muy pobre el aporte de la prensa, ya que en este tema muy lejos está de ser independiente, salvando honrosas excepciones. En lo personal, a raíz de mis posturas recibí críticas (que agradezco), insultos y descalificaciones (que ignoro) y las recibí de sectores amigos al Gobierno (quedando yo como funcional a los golpistas) y de contrarios (presentándome como chupamedias del Gobierno). Con esos preconceptos estalinistas, obviamente los “otros” que levantaron la mano, estaban pagados. Al fin y al cabo, parece que es un deporte nacional. Estar divididos, digo.
* Presbítero, Grupo de Sacerdotes en la Opción por los Pobres.
Gustavo Soto *
Más del 50 por ciento de la superficie de Argentina es árida. Existen zonas desérticas por causas ambientales, pero también decenas de miles de hectáreas que han llegado a esa condición por causas humanas. Tierras que en un pasado no muy lejano fueron aptas para la producción agrícola o ganadera, hoy se han convertido en desiertos improductivos, cada vez con menos población porque sus habitantes se ven obligados a migrar por falta de trabajo y alimento.
La desertificación es un fenómeno que avanza, que es imperioso revertir con el compromiso de los distintos agentes sociales involucrados: individuales y colectivos, estatales y no estatales. Los “ordenamientos territoriales” que todas las provincias deben realizar como primera medida de la aplicación de la Ley de Bosques puede ser una oportunidad relevante en este sentido.
La normativa establece que este proceso se debiera realizar con suficiente información a la ciudadanía y amplia participación especialmente de comunidades campesinas y aborígenes. Si bien ha quedado en un segundo plano por el debate sobre las retenciones móviles a la exportación de granos, no estamos hablando de cosas tan distintas: desertificación, pérdida de fertilidad de los suelos, deforestación y expansión de la frontera agrícola, particularmente para el cultivo de soja, son eslabones de una misma cadena.
Desde mediados del siglo XIX, amplias zonas del norte, noroeste, noreste y oeste de Argentina sufrieron un fuerte proceso de extracción de madera con distintos fines. Esta explotación era (y lo sigue siendo en los relictos de bosques que todavía quedan) realizada en forma irracional, extrayendo el recurso forestal sin reponerlo.
El 70 por ciento de esta deforestación ocurre en bosque chaqueño, el segundo mayor ecosistema natural en América del Sur, luego del Amazonas, que abarca buena parte de nuestro territorio. A la pérdida de biodiversidad, con todas las graves consecuencias ecológicas que ello trae, debe sumarse la eliminación del “efecto esponja” que brinda el estrato arbóreo. Donde no hay bosques aumenta el efecto de escorrentía, que lava los suelos, arrastra la capa fértil superficial y produce fuertes perjuicios, no sólo en el área desforestada, sino aguas abajo.
La forma en que se ha dado la expansión de la frontera agropecuaria en la Argentina y las consecuencias que origina hace que podamos hablar de un “desierto verde”.
Tal como cuando se arroja una piedra en un estanque, este fenómeno que comenzó en la pampa húmeda hoy se extiende hacia el norte y oeste de nuestro país. Buena parte de esta expansión se debe a la alta rentabilidad del cultivo de soja. En veinte años se multiplicó por seis la cantidad de toneladas cosechadas sólo de ese grano, pasando de casi 6 millones de toneladas en 1985 a casi 36 millones en 2005.
La implantación de estos cultivos en zonas ecológicas no aptas y bajo el paquete tecnológico de la siembra directa ocasiona una serie de consecuencias negativas ambientales y socioeconómicas: contaminación de fuentes subterráneas de agua por uso indiscriminado de agrotóxicos, disminución de la biodiversidad animal y vegetal y contaminación de personas por la misma causa y disminución de la fertilidad de los suelos por la falta de rotación de los cultivos son sólo algunas de ellas.
Desde el punto de vista social, miles de familias pierden su fuente de trabajo: donde antes había bosque con explotación ganadera y forestal, hoy hay monocultivo de soja bajo siembra directa, con un mínimo de demanda de mano de obra. Familias que antes trabajaban la tierra ven que hoy es más rentable venderla o alquilarla y terminan migrando a las grandes ciudades.
Los datos de los dos últimos censos nacionales agropecuarios lo constatan: uno de cada cuatro productores agropecuarios abandonó la actividad, mientras en el mismo período asistimos a un aumento espectacular de la producción total de granos. Como dice nuestro colega Walter Pengue, vamos camino de una “agricultura sin agricultores”. Pasamos de ser el “granero del mundo” en los años ‘50 a ir camino a convertirnos en un mar verde de un cultivo que no alimenta a nuestro pueblo.
Debemos actuar rápidamente antes de que se haga realidad aquel viejo proverbio aborigen que dice: “Cuando hayas talado el último árbol, atrapado el último pez y contaminado el último río, te darás cuenta de que no puedes comer dinero”.
* Universidad Nacional de Córdoba, Red Agroforestal Chaco Argentino (Redaf).
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux